La tranquilidad del pueblo solo era rota por el aviso de la proximidad de los indios “bárbaros”, partidas de indios comanches y apaches que al ser desplazados por el expansionismo territorial norteamericano, avanzaban hacia el sur, topándose con el también avance de los mexicanos para poblar las vastas tierras del norte, mucho tiempo mantenidas en el olvido y abandono.
Las interminables llanuras de norteamérica donde los naturales por tradición atávica circulaban libremente, cazando, pescando y recogiendo frutos, se vio de pronto invadida por colonos que tendieron cercas de alambre, acotando terrenos y sobre todo exterminándolos sin misericordia, así como a su fuente primigenia de alimentación y vestido: el cíbolo o bisonte americano.
Seguir leyendo