Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño Villarreal

La declaración de Agualeguas sobre la independencia y libertad…

Agualeguas, N. L. del erial a la sublimación…

Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño VillarrealPasados los sinsabores de la guerra con los texanos, una década después, el suelo mexicano se vio hollado por el ejército del vecino país; las constantes disputas internas entre los conductores de la política mexicana, provocaron caos y anarquía, los resultados fueron desastrosos para la nación.

La lucha entre federalistas y centralistas alcanzó proporciones extremas cuando en 1854, el Gral. Juan Álvarez lanzó el Plan de Ayutla desconociendo la dictadura santanista. En mayo de 1855, Santiago Vidaurri a la sazón secretario general de gobierno, proclamó en Lampazos, N.L. el Plan Restaurador de la Libertad. (46)

Los ciudadanos de Agualeguas pronto se sumaron a la revolución y participaron activamente en los sucesos con un fuerte contingente militar que marchó a ponerse a las órdenes del caudillo fronterizo para el asalto y toma de Monterrey. El germen antisantanista se difundió con rapidez por todos los confines del Estado y don Santiago Vidaurri emergió como el cacique regional dominante por casi una década.

La activa administración vidaurrista fue secundada por los agualegüenses, quienes vieron en el gobernante al hombre capaz y visionario para llevar con férrea mano los destinos estatales. A pesar de la inestabilidad política nacional, el ataque continuo de los bárbaros y finalmente la intervención francesa, fue notorio el cambio en todos los órdenes.

El año de 1864, fue crucial en las relaciones, de por si ya deterioradas, entre Vidaurri y el Presidente Benito Juárez, el fondo de la divergencia fue el destino del producto de las aduanas fronterizas que don Santiago manejó a su arbitrio, sin hacer partícipe al exiguo erario nacional, se dio el rompimiento y poco después Vidaurri se plegó al imperio, donde ocupó los puestos de Consejero Imperial y Ministro de Hacienda.

Al producirse la escisión, el mandatario nuevoleonés trató de contar con el apoyo de los pueblos y decidió hacer una consulta para que se votara por la guerra o la paz; por la paz era someterse al imperio, por la guerra era seguir al lado de Juárez; la mayor parte de los pueblos votaron por la guerra, dándole la razón a Juárez.

El presidente municipal Ignacio Vela, reunió el 12 de abril de 1864, a un considerable número de vecinos “a efecto de acordar lo que mejor convenga en defensa de la independencia y de la Patria amenazada por la intervención que nos ha traído una guerra tan temeraria como injusta, así como respecto de la conducta nuevamente observada por el exgobernador don Santiago Vidaurri al desconocer y faltar a la obediencia que tan justamente debe al supremo gobierno general.” (47)

Después de una larga discusión los vecinos de Agualeguas acordaron:

1ª Que siendo un deber de todo buen mexicano defender la independencia de nuestra Patria que trata de arrebatarnos la intervención y unos cuantos traidores enemigos de nuestra libertad, protesta solemnemente contra todos sus actos, respecto de la República Mexicana.

2ª Que habiéndosele declarado a favor de la intervención y por consiguiente traidor a la Patria el exgobernador del Estado de Nuevo León don Santiago Vidaurri, se desconocen todos sus actos desde su desobedecimiento al Supremo Gobierno General y protesta no reconocer otro gobernador en el Estado que el que legalmente sea nombrado por el Supremo Magistrado de la Nación, hasta que por el pueblo se nombre el que con arreglo a la Constitución de 1857 y leyes emanadas de ese código debe regir ese empleo.

3ª Que se mande por el ciudadano alcalde primero, copia certificada al C. Gobernador del Estado para su conocimiento firmándola todos los individuos de la junta para la debida constancia (48)

En la reunión destacó la participación fogosa y equilibrada del secretario del ayuntamiento Ricardo Villarreal, con un discurso que bien merece su íntegra transcripción:

Ciudadanos: La hora de recobrar nuestra libertad usurpada por un príncipe extranjero y unos cuantos malos mexicanos ha llegado ya; la intervención tendrá que huir llena de pavor al desengañarse que el Estado de Nuevo León no es quien deba ser humillado con el ominoso yugo extranjero.

Los ilusos que sueñan en el porvenir de un sistema de monarquía, que llaman de paz y seguridad, se arrepentirán de su temeridad y confesarán ante el mundo civilizado, que un pueblo que quiere ser libre, no hay yugo, no hay cadena, que pueda conservarlo en la esclavitud.

Los pueblos todos del Estado y aun todos los buenos mexicanos, ven con demasiado entusiasmo agruparse al derredor del estandarte nacional; por todas partes, no obstante el empeño que el llamado imperio mexicano ha tomado en humillar nuestra Patria querida, no se oye razonar otra voz que la de independencia y libertad y, esto, a pesar de las huestes francesas, a pesar del mismo Emperador Maximiliano, a pesar de todos los que tan villanamente y despreciando su propia sangre, han vilipendiado y traicionado a la madre que les ha dado el ser de mexicanos, a su Patria misma …

No vacilamos un instante en confesar que nuestro pueblo de Agualeguas, es digno de enumerarse entre los pueblos más liberales y más demócratas de nuestra Patria querida.

No, no, mil veces no, ciudadanos agualegüenses, que comprenda el gobierno imperial que cuando los pueblos se levantan para combatirlo, es porque están convencidos de que su administración es la muerte de nuestra nacionalidad, es el exterminio de la gran familia y distinguida raza indígena.

Fieles ciudadanos agualegüenses: que de aquí en adelante nos se oiga razonar en nuestro heroico Estado de Nuevo León, otra voz que la de la PATRIA, INDEPENDENCIA Y LIBERTAD. ¡Viva la República Mexicana! ¡Viva el Estado de Nuevo León! ¡Viva el pueblo de Agualeguas!, ¡Muera el imperio mexicano! (81)

Los anteriores documentos circularon profusamente por todo el Estado y se les conoció como “La declaración de Agualeguas”.

El 26 de agosto de 1864, las fuerzas invasoras se apoderaron de Monterrey y en pleno dominio francés, los agualegüenses, encabezados por el alcalde Bartolomé Gutiérrez y los señores Antonio Salinas Chapa, Gregorio y Juan Salinas, desafiando el peligro elaboraron un documento el 15 de abril de 1865, producto de una amplia discusión en el pueblo, cuyos postulados esenciales fueron:

1° Considerando que la intervención o más bien dicho, el llamado gobierno imperial, apoyado en la fuerza brutal y las bayonetas, en siete meses que lleva de administración en nuestro Estado de Nuevo León, no ha hecho otra cosa más que humillarlo y ultrajarlo hasta el extremo de usurparle su soberanía y libertad.

2° Que los pueblos del mismo estado en masa, conociendo ya el grave peso de la situación, se agrupan alrededor del estandarte nacional para repelar tan injusto como temerario gobierno.

3° Que este pueblo de Agualeguas siempre se ha distinguido y ha sido de los primeros del Estado que se interesan por la causa nacional, hemos venido a declarar y declaramos unánimemente: Se desconoce al denominado gobierno imperial y no se reconoce en el Estado otro, que el que legítimamente sea nombrado por el Primer Magistrado de la Nación, hasta tanto el Estado lo nombre constitucionalmente. (49)

Clara y definida fue la posición de los agualegüenses quienes defendieron con las armas en la mano la integridad nacional, dando muestras de pundonor, valentía y arrojo.

Referencias

46 Archivo del Congreso. Expediente relativo a la erección en Villa de Parás, N.L.

47 Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Nuevo León del 6 de marzo de 1851.

48 Idem. Del. 23 de diciembre de 1868.

49 AGENL. Correspondencia Alcaldes Primeros. Caja número 9.