Es así como un pueblo como Agualeguas pasó del erial a la sublimación
Historiar el devenir de un pueblo como Agualeguas, nos conlleva a introducirnos en el maravilloso mundo de los archivos, con el propósito de desentrañar las historias ocultas, los hechos significativos que conmovieron a la comunidad, los personajes desconocidos que participaron en acontecimientos bélicos, y de aquellos que han forjado a los nuevos ciudadanos como educadores, médicos, abogados, agricultores, ganaderos y todos los que han participado en la vida pública de Agualeguas; merecen reconocimiento especial sus mujeres ya que en este municipio se presenta el caso único en todo el estado de Nuevo León y quizá en la República Mexicana, donde las mujeres ocupan la tesorería municipal en diversas ocasiones a fines del siglo XIX y principios del XX.

En los últimos meses del año de 1850, un grupo de vecinos encabezados por Desiderio Molina, Marcos Hinojosa, José María Villarreal y José María Flores, éste último residente en San Francisco de Apodaca, denunciaron un terreno baldío conocido con el nombre de Huizachal de los Canales, ubicado entre los ríos Álamo y Sabinas y una saca de agua sobre la margen izquierda del primero de dichos ríos, con el propósito de fundar un pueblo.
La imagen de la Virgen María Santísima de Agualeguas estuvo originalmente en la misión de Santa Teresa del Álamo o Alamillo; al edificarse la misión de San Nicolás de Gualeguas se trasladó a su nueva sede y con ese hecho se dio inicio a la veneración y culto que pronto trascendió hacia la entonces provincia del Nuevo Santander, hoy estado de Tamaulipas y hasta las escasas poblaciones texanas de aquel tiempo.