La imagen de la Virgen María Santísima de Agualeguas estuvo originalmente en la misión de Santa Teresa del Álamo o Alamillo; al edificarse la misión de San Nicolás de Gualeguas se trasladó a su nueva sede y con ese hecho se dio inicio a la veneración y culto que pronto trascendió hacia la entonces provincia del Nuevo Santander, hoy estado de Tamaulipas y hasta las escasas poblaciones texanas de aquel tiempo.
Personas de todas clases sociales iban desde Monterrey y Saltillo a llevar ofrendas a la virgen y solicitar su cuidado y protección. En documentos diversos se dejó constancia de lo milagroso de la imagen.: “Desde tiempos muy atrás, a esta venerada imagen y con la advocación de Gualeguas se le considera Bienhechora del Seno Mexicano, Protectora y Señora de las Colonias de el Nuevo Reyno de León y Santander.” (34)
En el mes de septiembre de 1818, el obispo del Consejo del Rey, José Ignacio de Arancibia, dio licencia para que se imprimiese y rezase una novena dedicada a la virgen y dispuesta a fray Antonio del Álamo, comisario y misionero de la Provincia de Zacatecas: “Según la censura de la expresada novena, se le atribuyen a esta imagen infinidad de favores y que reconocen los fieles de esta Provincia, que les dispensa con liberalidad, cuando le invocan en sus necesidades y peligros, como lo testifican las ofrendas votivas que continuamente recibe en su templo, entre las que se cuenta una ofrecida por el comandante general de estas Provincias, don Joaquín Arredondo, quien tuvo su primer cuidado de consagrarle el más ilustre despojo del enemigo que se colgó en este templo, donde ofreció públicas y solemnes gracias.” (35)
Año con año los habitantes de Cerralvo, solicitaban permiso al gobierno para llevar en romería a la virgen con el fin de hacerle el novenario correspondiente, esto sucedía los últimos días de abril. (36)
El 21 de octubre de 1846, el templo católico fue robado por la noche, al día siguiente se levantó una indignación general del pueblo, que solicitó una rápida averiguación; el alcalde procedió judicialmente contra varios individuos considerados como sospechosos pero no se les pudo probar nada. El monto de lo robado en alhajas de oro y reliquias fue de aproximadamente mil pesos.
El 4 de febrero de 1822, el ayuntamiento presentó queja contra el cura de Cerralvo, Juan Nepomuceno Benavides, pues no les enviaba sacerdote para oficiar la misa, pasándose hasta cuatro meses sin hacer dicho evento, “teniendo que caminar como nueve leguas hasta Cerralvo para lograr oír misa y recibir los santos sacramentos y en estos últimos años ha estado un ministro de pie fijo, sujeto en todo al señor cura de Cerralvo quien le da las obvenciones de este pueblo, todas y el ministro con obligación de darle anualmente cien pesos y la restricción a dicho ministro de que no pueda hacer la función de Corpus, ni la de fiestas anuales que se las reserva el señor cura de Cerralvo por el lucro que de ellas tiene, pues les exige a los mayordomos y fiesteros a más de los derechos de junta, diez y seis pesos por su viaje, con las pensiones de que han ir vecinos a traerlo y llevarlo.” (37)
El problema religioso tenía sus antecedentes que van desde la integración del primer ayuntamiento municipal hasta el hecho de consumación de la independencia, pues el 6 y 7 de octubre de 1821, recibió el cabildo órdenes de la Junta Provisional Gubernativa para que “se hiciese una demostración positiva de reconocimiento a la primera garantía de la Religión que tan piadosamente pronunció el ejército imperial y su digno jefe por medio de rogativas públicas por tres días implorando el auxilio y bendiciones del Todopoderoso para el acierto del gobierno nacional,” (38) el sacerdote cerralvense se negó a ir a Agualeguas alegando que ya lo habían hecho en su curato.
Se recibió la disposición de hacer otros tres días de rogativas públicas a partir del 8 de abril de 1822, para pedir “al Todopoderoso auxilie a nuestro amado emperador el señor don Agustín Primero para que gobierne este imperio con acierto,” (39) Benavides se negó de nuevo a hacerlo.
Pero un hecho que vino a agravar la situación fue cuando el ayuntamiento agualegüense, le exigió al cura de Cerralvo la reparación de la imagen de la Virgen de María Santísima que, por los continuos viajes a ese pueblo, se había roto considerablemente en tres partes y le suplicaron que no la llevara anualmente; la respuesta ácida del eclesiástico fue que “el presidente y el ayuntamiento eran unos atrevidos y el ayuntamiento era tolerado…”. (40)
Al estudiar las causas del litigio, el cabildo eclesiástico de Monterrey pasó el expediente al comandante general, quien determinó que el cura de Cerralvo debía cumplir con las órdenes y decretos respectivos y lo obligó a pagar las costas derivadas de los ocursos motivo del pleito.
Referencias
34 AGENL. Correspondencia Alcaldes Primeros. Agualeguas. Caja No. 4
36 Roel, Santiago. Nuevo León Apuntes Históricos. Monterrey. Impresora Bachiller, S.A. 1985. P. 138-
37 AGENL. Correspondencia. Alcaldes Primeros. Agualeguas. Caja número 5.
40 Martínez Cárdenas, Leticia. Coahuila y la Quimera de Santiago Vidaurri, artículo en el Boletín del AGENL. PP. 45-63