Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño Villarreal

Albores del siglo XX…

Agualeguas, N. L. del erial a la sublimación…

Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño VillarrealLos últimos quince años del siglo XIX, Nuevo León vivió una de sus etapas más fructíferas al ser gobernado con tino y firmeza por la hábil mano del jalisciense Gral. Bernardo Reyes, cuya presencia en el Estado se debió a la estrategia política empleada por el Presidente Porfirio Díaz, para acabar con el cacicazgo de los también militares Gerónimo Treviño y Francisco Naranjo.

Reyes estableció una red política en Nuevo León para tener el control de la cosa pública y es precisamente bajo este influjo es cuando surge el grupo político denominado “Los Salinas”, que con base de operaciones en Agualeguas dominaron la región noreste del Estado.

Los líderes del grupo fueron Marcelo Salinas y su hermano Maximiano, los hijos de ambos, Eleuterio y el Lic. Genaro Cristóbal Salinas Salinas; Cornelio Canales suegro de Marcelo, Pedro Villarreal su tío político, Filomeno Sanmiguel encargado de algunos negocios de los Salinas, Ramón e Ismael García, Epitacio Reséndez y José María Villarreal quienes mantuvieron por veinticinco años el control político de la región nororiental de Nuevo León.

Marcelo, Maximiano y Cornelio fueron alcaldes de Agualeguas, mientras que el primero fue diputado local, puesto que compartió con Epitacio Reséndez. Es importante hacer notar que los agualegüenses mantuvieron la diputación local por casi treinta años ya que José María Casso fue legislador en el trienio 1872-1875, el Dr. Tomás Hinojosa 1877-1879; Epitacio Reséndez 1887-1889 y repitió hasta 1891, Marcelo Salinas 1893-1895, repitió hasta 1898 y así hasta 1910.

La cabeza visible de esta asociación política reyista fue Marcelo Salinas, así lo demuestra la nutrida correspondencia cruzada con don Bernardo Reyes (50), mientras que Maximiano fue el encargado del grupo en Agualeguas en las ausencias camerales de Marcelo; el grupo extendió su influencia, al ser nombrado Juez de la Fracción Judicial del Dr. Arroyo, N. L. el Lic. Genaro Cristóbal Salinas Salinas; en ese tiempo el sur del Estado tuvo una gran importancia económica por el auge de las haciendas y pronto el Lic. Genaro se dio a la tarea de organizar clubes reyistas en Galeana, Aramberri y Zaragoza, N.L.

El grupo salinista en reiteradas ocasiones animó al Gral. Reyes a lanzarse a la lucha armada ya que comprendieron que los llamados “científicos” le bloquearían todo intento por llegar pacíficamente a la primera magistratura; don Bernardo no se animó a encabezar la lucha y tampoco quiso oponerse electoralmente a los designios de don Porfirio.

Estas lealtad de Reyes al ejército y al Gral. Díaz –indecisión para algunos historiadores- y la trágica inundación de 1909, enfriaron los ánimos de sus seguidores, otros se decepcionaron de su jefe y buscaron vías alternas como apoyar a Madero o refugiarse en el anarquismo.

Los salinistas se mostraron reacios a dejar el poder político de la región, estuvieron atentos a la rápida fase de la rebelión maderista que concluyó con las renuncias de Díaz y Corral; el maderismo recorrió triunfante todos los confines del país, se hicieron elecciones democráticas en todos los pueblos y en Agualeguas triunfó para ocupar la alcaldía Víctor Salinas Garza, apoyado por el Lic. Viviano L. Villarreal recién electo gobernador de Nuevo León y pariente político de Madero.

Las diferencias políticas entre antiguos reyistas y nuevos maderistas, no se hicieron esperar, independientemente de parentescos familiares. Los Salinas aprovecharon las libertades concedidas por el Presidente Madero y establecieron una sucursal del Club Reformista Independiente de Nuevo León, en el domicilio de Maximiano Salinas, calle de Morelos, número 54 de Agualeguas, estando en contacto con Marcelo y el Lic. Genaro radicados en Monterrey. Luego se declararon partidarios del zapatismo y enarbolaron la bandera de “Tierra y Libertad”.

El cuartelazo de Huerta y la revolución constitucionalista alteraron el juego de fuerzas políticas en el pueblo; contingentes armados de carrancistas y villistas llegaron a Agualeguas con las consabidas peticiones de forraje, alimentos, parque y numerario.

Al ser promulgada la Constitución, Margarito y Severiano Salinas tuvieron decisiva participación en la caída del alcalde en julio de 1918, acusado de peculado y lesiones.

Referencias

50 Consultar el Catálogo de la Correspondencia de Bernardo Reyes del Centro de Historia de México de Condumex y las secciones de Elecciones y Secretaría General del Archivo General del Estado.