Estos diputados nuestros, tanto los federales como los locales, cuando no arman un alboroto en el recinto legislativo con sus gritos de apoyo a tal o cual propuesta, dan muestra de satisfacción por haber aplastado a los opositores en alguna votación e incluso llegar hasta las manos para tratar de dirimir diferencias, eso sin obviar recordatorios maternales o aplicar con sonoridad propia de un carretonero, con perdón de éstos, otros adjetivos calificativos, dignos de estar ya, en un diccionario de términos diputadiles.
Seguir leyendo