A pesar de la cena y los refrescos, no se había olvidado el reto del dominó, que por fin pudimos empezar; del interior de la casa se sacó una mesa de lámina las cuatro sillas y el famoso dominó nuevo, no hubo elección, las parejas eran como la última vez Miguel y Rubén contra Ernesto y Mario, mientras Miguel se preparaba su whisky, Rubén terminó de lavar las vasijas, Ernesto y yo comentamos el primer juego va a ser decisivo si lo ganamos, el segundo les damos chanza (oportunidad) para que descanse mi compadre y deje de sufrir sus derrotas.
El Profr. Soto se prepara un taco de picadillo de res, que el compadre Miguel preparó a su muy personal forma (revoltijo de gato)
El clima era muy frío, corría un fuerte viento que nos obligó a usar las chaquetas, sabíamos que jugarían a ganar, derecho con maña, el reloj marcaba las once y diez de la noche y ya sentados en la mesa, Ernesto hizo una aclaración, ganemos o perdamos la partida termina a la una de la mañana, estoy cansado y quiero dormir hasta que salga el sol.
Se inicia la partida, nos ganaron la primera jugada, 12 puntos, la segunda la ganamos con 25 puntos, el tercero fue de nosotros con 35 puntos aclarando por un brillante cierre de Ernesto, Miguel amenazó y dijo: éste lo ganamos y así fue 16 puntos mas para ellos, el quinto los aplastamos con 28 puntos y el sexto con 32 puntos, la partida la ganamos 120 a 28; nuestros contrincantes se retiraron de la mesa, tomaron sus bebidas y a lo lejos tramaron su estrategia.