Una cacería sin armas – Parte final
Al día siguiente recogimos el campamento y partimos para Sabinas Hidalgo, N. L. directamente al Restaurante el Rancho la razón, era que el hambre nos había ganado a todos, de ahí en adelante todo fue broma una que otra indirecta entre los derrotados, creo que habrá una nueva jugada de dominó pero suceda lo que suceda, la derrota que sufrieron Miguel y Rubén que mas bien fue una paliza. Ernesto afirmó esto quedará escrito que el Campeón de Sabinas y el jugador técnico pasarán a la posteridad como derrotados (maletas).

Este relato no se inicia en el Rancho el Cirujano, por lo contrario en un gran salón Restaurante Bar, al que nosotros llamamos el “Ocho” lugar al cual ocurrimos con el pretexto de jugar billar, tomar una cerveza con motivo de un cumpleaños, un no cumpleaños, o conversar sobre política, anécdotas, achaques y desde luego enfermedades.
Se nos obsequió partes del famoso borrego al pastor y emprendimos nuestro regreso con la tranquilidad y seguridad de que Javier, que es abstemio, conduciría con pericia al volante (Castillo, que siempre transitó por las calles de Monterrey, aún cree que todo es “despacio escuela” por eso maneja a baja velocidad).