Llegó la hora de cenar, cumplimos llevando los alimentos que nos tocaban, pero hacía falta lo que encargamos a Miguel: la carne para asar, Rubén y Ernesto lo recriminaron por su poca confianza al pensar que no íbamos a ir a este lugar, esto motivó a que tuviera que salir del rancho a comprar el complemento de la cena, Aguilera se ofreció en acompañarlo al poblado próximo o hasta Vallecillo.
Rubén se ocupó en preparar sus plantas de luz, revisó el tanque de gasolina, el switch de encendido y jaló el cordón que sirve para encenderla, y falló, revisó de nuevo toda la planta, estuvo jalando y jalando el cordón del encendido mas de diez veces, culpó a quien se la había prestado, después se cambió de lugar echándole la culpa que estaba en un plano inclinado y por fin, después de haber transcurrido mas de una hora en sus intentos la luz se hizo, para entonces ya había oscurecido.
Seguimos esperando a Miguel y a Ernesto habían transcurrido ya dos horas y ni sus luces; expresión que Rubén manifestó, nos preocupamos por los peligros de la zona, porque en el recorrido que realizamos para llegar al rancho, nos encontramos la vigilancia del Ejército, un grupo de la AFI y la Policía Rural.
Por fin después de dos horas y media llegaron nuestros amigos con una gran sonrisa, Ernesto comentó que él confiaba en Miguel ya que fue Inspector Escolar de escuelas primarias en esta Zona y que conociera perfectamente el lugar, Rubén le pregunta ¿porqué los dices?, todo el tiempo que pasó sin que pudiéramos regresar, estábamos perdidos no quiero mentirles pero mas de doce veces pasamos por la puerta de entrada al rancho, ¿qué significa esto? que el Señor Inspector no visitaba las escuelas y dirigiéndose a Miguel, le dijo, cierto o no, Miguel dándole un sorbo a su whisky le respondió: Mira Ernesto yo las escuelas las visitaba de día, como quieres que no me pierda de noche. Una vez mas, mi compadre Miguel siempre tiene la respuesta inmediata, sea verdad o mentira.
Llegó la carne, el carbón estaba en su punto propio y adecuado para asar la carne pero ¡oh desilusión , trajeron carne picada! además congelada, como piedra, Miguel entre risa y burla tomó un sartén y sin pensarlo dos veces, lo puso en la lumbre, picó cebolla y tomate y le incorporó a la carne picada congelada; Rubén protestó ya que él es un experto cocinero y le reclamó como pones la cebolla y el tomate con la carne congelada, Miguel riéndose y con el jaibol en la mano le contesta: que tiene que ver como quiera se va a cocinar y no con muchas ganas y protestando retiró el pico de gallo, que por cierto estaba muy mal picado; dijo Ernesto, la lumbre hizo su función el picadillo se fue descongelando se le agregó sal y ajo ya casi cocida la carne, el tomate y la cebolla, aquello parecía una mezcla rara, la poca luz y el hambre hizo su efecto, empezamos a comer con tortillas de harina que se cocinaron en la parrilla por falta de comal.