Celso Garza Guajardo

Los objetos y los recuerdos: El ropero de la casa

Celso Garza GuajardoEn realidad no era uno… había varios roperos en la casa… como en todas las casas, eran también varios los roperos que formaban parte del escenario hogareño.

El ropero más viejo era mi preferido, por sólido, por firme color y por todo lo que encerraba… todo cabía en aquel ropero: ropa, zapatos, trajes, abrigos, corbatas, sombreros, perfumes, fotos, monederos, archivo… pero sobre todo cabía el tiempo… el tiempo con bolitas de alcanfor.

Seguir leyendo
Celso Garza Guajardo

Los Oficios: Los que regaban de noche

Celso Garza GuajardoQuizás la parte del quehacer más pesada de los hombres de los azadones era regar por la noche en las labores de las afueras del pueblo, allá donde el lago de las acequias se desparramaba en los campos de cultivo, uno de eso no sabía nada, sólo escuchaba frases de sentencia: ¡Aventar el agua!… ¡Cortar el agua!… ¡Rodada!… ¡Compuertas!… ¡Surcos!… ¡Pasar el agua!…

Seguir leyendo
Celso Garza Guajardo

La administración municipal moderna

Celso Garza GuajardoLa complejidad de la vida municipal no es un invento de leyes y reglamentos. Es una necesidad de administración que trata de resolver el conjunto de los problemas de vivir en una sociedad dinámica por sus sectores sociales, por su productividad, cultura y por la interacción de la comunidad en concreto con el resto de otras sociedades. El municipio es hoy una instancia enmarcada en la vida estatal y en la vida nacional y tanto la nación como el estado determinan muchas veces el curso de la actual vida municipal. Los organigramas, las planeaciones y los presupuestos de su municipio están en primera y en última instancia determinados por los esquemas superiores.

Seguir leyendo
Celso Garza Guajardo

La calidad del tiempo de un maestro sabinense

Celso Garza GuajardoTodos en la vida tenemos rutinas… rutinas de trabajo, de pensar y de actuar. Son rutinas de las que no se puede escapar si es gente ordenada y productiva, ya que a través de ellas se manifiesta la disposición del trabajo y la transformación de los valores teóricos en hechos palpables. Por eso no hay impulso a nuestras vidas y a la vida de los demás, si no se ha laborado a través de una ferviente rutina personal. La grandeza y humildad de y una persona gira siempre en torno a la rutina que tuvo ayer, que mantiene hoy y que tendrá mañana.

Seguir leyendo
Celso Garza Guajardo

Los objetos y los recuerdos: Las carrozas

Celso Garza GuajardoParecían como vitrinas montadas en ruedas, puertas al fondo y arriba un techo de madera donde se colocaban coronas y ramos de flores.

Un caballo tiraba del mueble y un cochero adustamente conducía. La carrozas tenían un uso exclusivo, no eran propiamente un coche, pues los coches de caballo llevaban gente de un lado a otro del pueblo y las carrozas sólo llevaban a los muertos al panteón.

Seguir leyendo
Celso Garza Guajardo

Los objetos y los recuerdos: Las norias

Homenaje sin lágrimas

Para mis amigos Raúl Omar
Ruiz y Blanca Olinda Flores.

Celso Garza GuajardoLas norias formaban parte de los patios de aquellas casas de antes. Las frescas norias de los amplios patios de nuestras felices casas de antes.

Las casas y los patios… en los patios las norias… era las norias los espejos de agua donde vimos la vida y nos vimos sonrientes… las piedras azules, las matas verdes y los pájaros cantando… los animales tranquilos, la ropa limpia, los trastes lavados, los cuerpos pulcros.

Seguir leyendo
Celso Garza Guajardo

Los objetos y los recuerdos: Los pianos del pueblo

Celso Garza GuajardoDe niño, de muy niño, casi cuando de la mano me llevaba a la escuela… cuando las calles aún eran de polvo y muchas banquetas aún de piedra, cuando las ventanas tenían rejas y en los cuartos de las casas había cortineros de palos de escoba… allá en el tiempo… lejos, muy lejos en la memoria que se pierde de una infancia que no se olvida… recuerdo el sonido de los pianos… la música de los pianos en el ámbito de las calles y de las casas del pueblo… no se veían los pianos pero se oía su música y en el silencio de entonces se caminaba como andaba por el cielo… asocio siempre la escena con las primeras horas de la mañana… en las mañanas frescas y alegres de la aldea, en el silencio de casa en casa y luego el sonido que hacía distinto el momento… la música de los pianos y era entonces cuando uno se pegaba a la pared, disminuía el paso y “entrevolteaba” a la ventana temeroso, por instantes, queriendo ver la acción que producción aquellos sonidos, por instantes, surgía una emoción que fue sembrando sin querer la semilla de que aquello era algo distinto y mejor a muchas cosas.

Seguir leyendo