El crecimiento de las ciudades implica una pérdida de identidad provocando un franco desconocimiento y olvido de las raíces, tradiciones, orígenes, sufrimientos y avatares, por los que ha bregado un pueblo en su bidimensión de tiempo y espacio.
A la expansión cuantitativa en habitantes y colonias se suma la poderosa influencia de los medios masivos de comunicación que constantemente bombardean con publicidad subliminal exhaltando los modos de vida de países desarrollados, produciendo graves efectos sobre la mentalidad de jóvenes y niños, que tienden a buscar paliativos a su situación económica, social y aún política en los lineamientos del extranjero, provocando una hibridación cultural que no resuelve sus problemas, sino que por el contrario, los ahonda más, llevándolos a una terrible confusión de valores y negar y renegar su cultura y al mismo tiempo de la pretendida estructura cultural adquirida.
Sabinas Hidalgo, N. L., se acerca al 300º Aniversario de su fundación y ha cumplido 15 años desde que fue declarada ciudad, su desarrollo en los últimos años ha sido notable, nuevas colonias le han dado otra fisonomía, la llegada cada vez más continua de personas provenientes de entidades del centro del país, proporciona características diferentes del Sabinas de los años 50 y 60; la consolidación como ciudad media se está dando y será una alternativa para resolver la problemática del área metropolitana de Monterrey.
Sin embargo, en sabinas Hidalgo, la tradición oral tiene fuerte arraigo, narradores natos se encuentran en nuestro pueblo, lo que ha permitido que se conserven frescos y vivos, hechos, sucesos, momentos agradables y desagradables por los que ha pasado el devenir sabinense.
Enmarcando en esa tradición y recuerdo los barrios de Sabinas, Han jugado un papel muy importante en la conformación de la personalidad, tanto del pueblo como de sus habitantes: imposible limitados geográficamente, los barrios sabinenses se traslapan, se pierden en sus bordes.
El Aguacate, La Carretera, Sonora, Bellavista, El Buche, La Cagarruta, entre otros, son nombres nacidos del pueblo, defendidos por sus moradores apasionadamente barrios con sabor provinciano, con arraigo, decir soy de tal o cual barrio, era de orgullo y hasta de cierto linaje social. EL territorio de un barrio, indefinido, impreciso, era sostenido, sobre todo el corazón o centro del mismo, por las pláticas esquineras de los adultos, donde los acontecimientos políticos, económicos y sociales eran arraigados rápidamente, con una fundamentación, método, programa, plan de acción y principios que hubiera sido ejemplo para los legisladores atenienses, o camino a seguir por políticos actuales: pero los niños y jóvenes también contribuían a que la genuina expresión de barrio continuara, aquellos con sus juegos como la roña, prisioneros, las cebollitas, los encantados, junto con las travesuras infantiles como robarse los huevos, naranjas, aguacates, y nueces de los vecinos, tirar pierdas a puertas y techos; mientras que los jóvenes en bandas eran los guerreros del barrio, los que defendían de las pretendidas invasiones de muchachos de otros barrios, que en son de reto o con el propósito de ver a las muchachas, se atrevían a penetrar en suelo vedado. Las Señoras, por su parte, contribuían a la “mística de barrio”, barriendo y regando muy temprano las calles, platicando larga y amablemente, a veces no tan amable, con las vecinas y proporcionando a las barriadas sabinenses los exquisitos olores de la cocina y las expresiones: “Güeco, hijo de la… ya verás cuando venga tu padre, muchacho éste…” acompañado del correctivo coscorrón o manazo y muchas más, pero también era el sano consejo, los tamales, buñuelos y atoles en navidad y año nuevo.
Todo lo anterior surge por la crónica de los barrios de Sabinas Hidalgo, N. L., escrita por la hábil pluma de Celso Garza Guajardo, que con pasión por su trabajo, con reminiscencias de un ayer que empieza a perderse, recorre literaria e históricamente la autenticidad norteña, la forma de ser y actuar de los sabinenses, su identidad, tradiciones, costumbres que si bien han sufrido modificación por la cercanía a los Estados Unidos de América, también es cierto que en Sabinas Hidalgo se encuentra el bastión de una corriente cultural que veía por la raigambre del barrio; con un grupo fuerte de sabinenses siguiéndolo, estudiando el pasado sin ser ajenos a la manifestaciones del presente y futuro de Sabinas,
Celso Garza Guajardo, Cronista de la Ciudad, es un activo escritor y narrador. Semana Regional, El Norte y La Voz de la Frontera son periódicos donde ha escrito sus testimonios. Sus libros y folletos suman más de la docena; las conferencias y participaciones en congresos de Historias, Geografía y Antropología nacionales y extranjeros, son innumerables, lo que lo convierte en el cronista de Nuevo León más dinámico y que sus sabrosas crónicas sean esperadas ávidamente.
Al leer sobre los barrio de mi Sabinas, recuerdo los últimos tres versos del poema Tiempo de Eligio Coronado y lo relaciono con las vivencias de Celso, Juan Garza, del tío Lupe “El Agradable”, Arturo Solís, Jorge, Rubén y Abiel Mascareñas y muchos otros sabinenses, ya que nuestro barrio:
suena como algo en movimiento
algo que fluye y permanece
tal vez sea el tiempo.
Al tener este campo de recuerdos, revivimos los viejos barrios, fortaleciendo nuestro amor por “la casa aldea” y por todos los pueblos del noreste estepario mexicano. Quiero terminar estas líneas escritas con emoción y sentimiento, como un homenaje a Sabinas Hidalgo y a Celso Garza Guajardo, quijote de quiméricas empresas, con el hermoso poema de Andres Huerta “A mi pueblo”m que sintetiza bellamente el se r de nuestro pueblo:
A MI PUEBLO
MI pueblo es una estrella aislada
es una constelación de polvo blanco
donde se celebra la lluvia
cuando llega de visita
y los niños vuelan papalotes
azules en el viento de marzo
se guardan vigilias
y se vive como en el siglo pasado
muchachas solteronas que huelen a incienso
hijas de María con su eterna virginidad a cuestas
como un tesoro que hubiera dejado
ahí escondido viejos piratas
y en el teatro municipal
hacen tenidas blancas los masones
y los niños en mayo ofrecen flores
de cactus encendidos
pero cuando llega la lluvia
solas repican las campanas movidas
por el alto viento de septiembre
y en agosto tunas dulces para
azucarar los ojos y la lengua
y muchos de nosotros los del pueblo
tuvimos una madrina colectiva -de primera comunión-
que un día cumplió cien años de hija de María
y los hombres de mi pueblo emigran al verano
amarillo den texas
mi pueblo es como pedazo de estrella
lleno de polvo
que se llena de rocío en las mañanas
y giran y giran ahí los girasoles.
Héctor Jaime Treviño Villarreal
Otoño de 1986