Celso Garza Guajardo

El barrio de la Carretera

Los barrios de Sabinas Hidalgo

Celso Garza GuajardoLa Carretera fue como un relámpago atrapado en un costado de Sabinas Hidalgo. Hacia acá no venía, pero hasta acá llegó la carretera… como un relámpago que de fugaz se transformó en fuerza permanente. No en todas partes, los relámpagos en forma de carretera se atrapan… a veces pasan como ráfagas… éste no fue el caso… aquel pueblo atrapó el relámpago, le dio justificación e incluso le formó un barrio.

Empezó en 1926, se hizo con escarpas para el terraplén, con un tiro de mulas. Había como trescientos animales en distintas partes y los manejaba Juan Antonio Garza, hijo de don Emilio.

La Carretera se hizo un barrio largo, largo, largo, tan largo como la carretera… de sur a norte era un barrio inquieto. Al entrar la carretera al pueblo por la Hacienda Larraldeña, era otra cosa, era otro barrio, por compartideros era remanso de arboledas, labores y huertas por los molinos un recueros a la grandeza de don Manuel M. García… el cruzar el Río Sabinas, al pasar el puente, ahí empezaba el barrio de la Carretera…

El ingeniero dirigente de la obra fue Ricardo L. Vázquez, quien se casó con una hija de don Carlos Morton y que fue hermano del joven General Ildefonso Vázquez, muerto en Icamole.

Del puente hasta el campamento del SCOP, por ambos lados de la carretera, dos cuadras de grueso al poniente y dos al oriente, todo eso formaba el barrio en cuestión… quienes vivían en ese rumbo empezaron a ser una forma especial para platicar, para pensar, para ver, para andar y hasta para pararse en las esquinas… un día y todos los días… la carretera como barrio se hizo cultura particular y novedosa, a veces parecía agresiva, pero en realidad era un incipiente cosmopolitismo incapaz de hacer daño, sólo deseaba llamar la atención… y lo logró… quizás por ello Sabinas es ahora un pueblo palpitante, tan ávido del mundo exterior y tan protector de sus propio mundo… la carretera le dio así vida a Sabinas, hoy Sabinas le da vida a la carretera.

Antes de que se hiciera el puente, se entraba por el pueblo viejo, por la calle Lerdo. los abastecimientos de gasolina estaban con don Gorgonio Ruiz Ayala, frente a los colegios y por el rumbo de la plaza, en el hotel de Eloy Mireles. Las gasolineras era de bombeo manual.

Yo no era de la carretera… es más, le tenía miedo. Los pocos conocidos eran mis primos hermanos Jesús, Brígido y Ramón Garza, prototipos clásicos de ese barrio; los cuates Raúl y Oscar Ruiz, a los que siempre vi como amigos de la carretera; y Manuel Villarreal, anónimo de la sonrisa y del beisbol. Sólo tuve un amigo de escuela, que lo sigue siendo hasta hoy, Ricardo Ibarra Sánchez. Con el tiempo, empecé a conocer la carretera, la vida de sus aceras y lo especial de sus gentes… durante cuatro años trabajé como empleado en la tienda y carnicería de don José Emilio González Esparza… todos los días recorría la carretera en bicicleta, entregando mandados o recogiendo pedidos. Desde entonces son mis mejores imágenes.

Había frente a la gasolinera de don Gorgonio, donde está el patio de la Escuela “Teresa R. de García”. un restaurant, era de Chepo Morales… el café de Eloy Mireles por la calle Lerdo, en un jacalón largo, el café de Doña Micaelita, a una cuadra de la esquina de las cuatro viudas, por ese rumbo… en los años treinta estaban también los cafés de don Casimiro Alejandro, de don Aurelio Pérez y de un señor Cepeda. después se abrió el hotel y restaurant Royal, del profesor Amado Villarreal, el cual tiene ya cincuentas años…

Estampas amables de la carretera lo fue después el Café Sabinas, de don José, el café Bohemio, la aún existente panadería de don Lucio Reyes, la vulcanizadora del hombre grande e igualmente bondadoso, don Leodegario Hinojosa. El café Monterrey, de don Salomón Montemayor, la carnicería del señor Padilla, el taller de vestidos de don Antonio Villarreal y doña Carlota Acevedo; el consultorio y botica del doctor Martín; el taller Nuevo León, la casa y carpintería de don Baldomero Treviño… pero también la frutería de los hermanos Castillo, la tienda de Ruiz Hermanos. La Nacional, la mueblería de don Manuel Garza, la frutería del señor Castellanos, la terraza Sabinas, el negocio de los hermanos Cobos… el lavado de carros de don Mario Ruiz, el Hotel Plaza, el México y Alamo. El Salón Sepúlveda, el Café Royal de siempre, El Porvenir de don Benito Villarreal, el Café Tampico, el Café Powers para gringos… las famosas cantinas de buen trato y gusto “Paso del Norte” y “El Parral de Yayo”, sitios de coches de caballo y taxis al bajar de los autobuses. Vendedores, boleros y músicos de violín y bajosexto a las cuatro de la tarde… los camiones de los ranchos por los rumbos de Parás y de Sombreretillo, llegada a las siete de la mañana y salida a las tres de la tarde. Gallinas, cabritos y quesos de mañana al llegar: por la tarde, medicinas, despensas, fierros y puertas al partir… las mujeres “de la otra vida” entrando silenciosas a las tiendas a comprar mandado, don Trini y un señor de carreta negra llevándolas de regreso más allá del campo de aviación… la platica nueva y la escuela federal, centro de luchas campesinas y buena veta de maestros rurales… Andresito Rodríguez, José Torres y Vicky Garza, los sitúo por la carretera…

Con el profesor Amado llegaban los Transportes Frontera y ahí hacía enlace con los autobuses Blancos Flecha Roja… donde vivía el Doctor Martín, a una cuadra, tenía Toño Villarreal Garza las cabras y se retiraron de la carretera dos cuadras al oriente.

Al cruzar el puente, el despoblado donde se paraban los “caballitos” y la carpa Landeros, tandas de cincuenta centavos, para ver y oír tangos, dramas y comedias Tello Mantecón en escena.

El tiempo pasó… los vecinos de las aceras de la carretera se fueron, dejaron de sacar sus mecedoras a la banquetas y cerraron sus casas viviendas, Hoy se han transformado en negocios de toda clase. El barrio ha crecido sin cesar, pero ya no está solo, tiene colinas a los lados… dejo de ser un costado del pueblo y se ganó el derecho de estar también en el corazón de Sabinas Hidalgo; por eso ahora nadie le tiene miedo a la carretera y aunque los viejos vecinos se fueron, hoy la carretera esta llena de nuevos vecinos de todos los barrios de Sabinas que han hecho de ese lugar su segundo barrio para siempre… por eso todos le decimos: ¡FELIZ CUMPLEAÑOS, BARRIO DE LA CARRETERA, EN TU 60 ANIVERSARIO!

26 de mayo 1986