Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño Villarreal

Aires de libertad corrieron por la llanura…

Agualeguas, N. L. del erial a la sublimación…

Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño Villarreal Al dar inicio la lucha por la independencia de México encabezada por don Miguel Hidalgo y Costilla, pronto repercutió este hecho en el Nuevo Reino de León y el 29 de septiembre de 1810, la capital, Monterrey, vio rota su vida bucólica al conocerse la noticia.

El Nuevo Reino de León abrazó la causa de la independencia debido a la labor desarrollada por el insurgente José Mariano Jiménez y la adhesión del gobernador Manuel Santa María a la causa libertaria. La proclamación de la independencia se hizo y los insurgentes designaron como gobernador a don Santiago Villarreal prominente vecino de Valle de las Salinas.

A la muerte de los primeros caudillos, la represión contra los seguidores de la rebelión se recrudeció y fueron fusiladas muchas personas, algunas tan solo por el hecho de proferir palabras acerca de la libertad, pero la chispa de la rebelión no murió, al poco tiempo apareció José de Herrera para levantar estas regiones y Policarpo Verástegui quien incursionó por el Valle de las Salinas.

Después de la fallida toma de Monterrey intentada por José Herrera, una fracción de sus fuerzas entró a Agualeguas el 23 de agosto de 1813, e hicieron prisioneros a varios vecinos prominentes, de allí se dirigieron los insurrectos a la Sierra de Picachos, reconcentrándose en un punto denominado La Chorreada, jurisdicción de este municipio.

La fuerza insurgente integrada principalmente por las etnias carrizos, ayaguas, sequies y alazapas, se hicieron fuertes en las estribaciones de la Sierra de Picachos, lugar elegido por la facilidad de tener agua cercana; se prepararon para resistir el embate de las tropas realistas, empeñadas en acabar de una vez por todas con ese brote revolucionario. El día dos de septiembre de 1813, se trabó el combate “y fue otra vez de desastrosas consecuencias para la causa de la libertad; los independientes, faltos de armas y demás elementos de guerra, sin ningún conocimiento militar, fueron derrotados y obligados a refugiarse, dispersos, en lo más escabroso de aquellas sierras, dejando en poder del enemigo algunos muertos, muchas cabalgaduras y varias armas de fuego.” (29)

Fue en Agualeguas donde el Gral. Joaquín Arredondo y Mioño recibió el nombramiento como Comandante General de las Provincias Internas de Oriente, pues se encontraba en la población, desde donde se iría a Texas con el propósito de acabar con la insurrección de José Bernardo Gutiérrez de Lara.

Con Arredondo al frente de los mandos militares el Nuevo Reino de León recobró la calma, ya que los rudos procedimientos empleados por el comandante impidieron el surgimiento de nuevas rebeliones; prueba de su fiereza la tuvo también el estado de Tamaulipas, donde acabó con los insurgentes.

Después del trágico fin de la empresa libertaria de Francisco Javier Mina en compañía del nuevoleonés ilustre fray Servando Teresa de Mier, las guerrillas de la insurgencia se concentraron en el sur del país, proclamándose la independencia el 27 de septiembre de 1821.

En noviembre de 1821, se leyó ante todo el pueblo de Agualeguas reunido en la iglesia el Acta de Independencia a la hora de la misa y consta en el informe rendido por el alcalde “Que los hombres daban saltos de alegría y tiraban los sombreros a lo alto, dando gritos al aire y vivas a la libertad.” (30)

Referencias

29 Actas No. 13. Serie Documentos. Ed. UANL. p. 12

30 Roel, Santiago. Nuevo León Apuntes Históricos. Monterrey. Impresora Bachiller, S.A. 1985. p. 106