Los lugares y los rumbos: La casa de las paredes largas
Es una casa que va con el siglo. Que tiene sus recuerdos y secretos. Que tiene muchas historias por contarse.
Es una casa que va con el siglo. Que tiene sus recuerdos y secretos. Que tiene muchas historias por contarse.
El domingo 16 de diciembre del año pasado, recorrí por último lo que fue el antiguo Palacio Municipal de Sabinas Hidalgo. Fui acompañado de mis buenos amigos Héctor Jaime Treviño Villarreal y Santiago Vara Jiménez. Del Palacio quedaban sus paredes y sus techos.
Seguir leyendoEra una imagen encorvada, parecía un báculo de su propia vida, piel de barro recocido, harapos sobre harapos, tantos que quizás el cuerpo no era nada y su espíritu lo era todo. De voz trepidante y chillona, parecía hablar y llorar a la vez… en su realidad sólo le acompañaba su bastón, su canasto y sus bolsas de papel… sus pesares y sus sentires… parecía rezar en cada pared proclamando su sermón de arrepentimiento en cada esquina.
Cuando la carretera cruzó el pueblo, empezó un nuevo capítulo de su historia… entre la carretera, las obras de don Manuel M. García y las reformas sociales durante la época del Presidente Cárdenas, la vieja aldea fue cambiando. En torno a la carretera se entretejió un nuevo desarrollo social, se asimiló una cultura tecnológica y se empezaron muchos sueños.
En el pueblo se comentaba desde hacia tiempo que el artista de ahí era originario… los viejos que sabían más así lo afirmaban… unos decían que era del Barrio del Aguacate y otros que era de la Hacienda. La discusión empezó a mitad de la década de los 60’s, a raíz de las primeras visitas de Carlos Ancira a la Unión Soviética, hecho insólito entonces y que la prensa publicada, pero que además salía en el “Boletín de la URSS”, entonces publicación regularmente cotidiana en tendajos y peluquerías del pueblo.
Seguir leyendoSe puede, contar la historia de la plaza
Nació en Tlalcuhaua, Michoacán, el 1º de mayo de 1920, de familia humilde. Sus padres fueron Don Simón Morales y Doña Cleotilde Mondragón. De aquella tierra, por demás colonial como liberal, tan barroca como católica, llegó un joven al seminario de Monterrey para iniciar sus estudios en el sacerdocio, continuándolos luego en Moctezuma, Nuevo México, hasta ser consagrado el 24 de junio de 1947. Como seminarista mantuvo en constante incremento su vocación sacerdotal y el estupendo manejo del canto gregoriano
se recibió hecho todo un cura de pueblo, humilde organizador constante, fiel a todos y con voz de mando espiritual.
Sus recuerdos están en pentagramas imaginarios, en compases y sonidos… en nostalgias de otras épocas a las que les puso música:
Por ahí se pasa siempre
por ahí, por las calles de Porfirio Díaz y Juárez. En un sentido o en otro, pero por ahí se pasa siempre.