Celso Garza Guajardo

Personajes del pueblo: El hombre que detuvo el tiempo de la plaza

Aquellos años que soñé

Celso Garza GuajardoSe puede, contar la historia de la plaza…

Se puede, por ejemplo, escribir que a partir de 1731, cuando se otorgó a los vecinos el derecho a poblar solares hacia el poniente, a partir a puerta de la iglesia, entre un brazo y otro del río, el lugar de la plaza quedó señalado como un pequeño cuadrado… fue de hecho un baldío público por más de un siglo, en terreno bajo generalmente anegado o reseco, según el caso, cruzado por animales domésticos y hombres a la vez, donde incluso se hacía la “matanza”… después, cuando fue villa, en 1829, se instaló un local para presidentes municipales; en 1836, una casa de adobes, vigas de palos y de terrados, fue cuando la plaza tomó sentido republicano: escasas bancas, árboles y acequias para el riego… luego, durante el porfiriato, la plaza tomó trazo urbano, andadores, maceteros, bancas, arbotantes y el quiosco de los recuerdos… la banca de Simón Leyva de los domingos… lugar de discursos patrióticos y actos políticos… más después, ya en el siglo, por 1930, Don Manuel M. García compra la manzana hacia al poniente y la plaza creció al doble… nuevos trazos, andadores, más bancas y arbotantes… la estatua de Don Benito Juárez se instaló en su lugar en 1935, una década más tarde, el quiosco nuevo de azulejos… así, la plaza de tiempo en tiempo ha ido cambiando… el Cine Olimpia, los taxistas y los puesteros aquellos de arriba de la plaza, lo supieron.

Esa puede ser una breve historia de la plaza… una historia escapada del tiempo como arena de las manos…

Más, si la plaza es un reloj sin horas, sin minutos y sin segundos… sólo un reloj de minutos largos, cortos e instantáneos a la vez… si la plaza sólo marca el tiempo al revés, no el de hoy, únicamente el de ayer y el de antes de ayer… ¿quién sabe del tiempo de la plaza verdaderamente? ¿quién lo ha podido detener? ¿quién tiene el ayer y el antes de ayer de la plaza?…

Solamente quien haya sido parte de ella durante más de 50 años como un solo día, como todos los días de todos los meses, de todos esos años.

Solamente quien haya abierto y cerrado las puertas de la misma casa, cada noche y cada amanecer como si fuera un primer día durante ese medio siglo…

Solamente quien haya barrido y regado la banqueta y la calle de todas las primaveras y los inviernos pueblerinos, a la misma hora del alma y como la misma voluntad de siempre.

Solamente quien haya atendido con amabilidad paternal aquella tienda en forma de tendajo, de bonetería, de ferretería y, sobre todo, como esquina para saborear un pan con soda.

Solamente quien siempre haya saludado de manera afable a todos y cada uno de los vecinos al cruzar, llegar o marcharse de la plaza… solamente quien haya visto todos los desfiles cívicos y todas las bodas por la iglesia San José…

En fin, solamente quien sea el más antiguo sobreviviente vecino de la plaza.

Ese hombre tiene todo el derecho para detener el tiempo de la plaza, por haber vivido cada segundo, cada minuto y cada hora; cada día, cada mes y cada año comprimido todo en medio siglo… por haber sido el ejemplo del buen trato y de la mejor imagen de la plaza, desde la madrugada hasta en la noche… ese hombre ha detenido el tiempo de la plaza… porque es el último ejemplo vivo de todos los recuerdos buenos… que cada quien tenemos sobre aquella plaza… aquella plaza que es su plaza…

El tiempo se detuvo… don Adrián Larralde Morales detuvo el tiempo de la plaza, se quedó con él…

Hoy, todo eso es historia… la plaza y Don Adrián.

El reloj de la vida de la plaza, de aquella plaza, se quedó con ese buen hombre. No marca el tiempo de hoy, señala el tiempo de ayer y el de antes de ayer… aquel tiempo cuando todos éramos más tranquilos y más buenos…

Ese tiempo se detuvo para seguirnos enseñando quietud y afecto…

Gracias Don Adrián, a nombre de todos los Sabinenses que lloramos en silencio por atrapar de la plaza ese viejo espíritu del tiempo… todos le aplaudimos, les respetamos y le queremos…

Gracias por estar con nosotros y por haber dado todo su tiempo a la plaza… el tiempo de aquella plaza que usted ha detenido.

1 de agosto de 1986