Celso Garza Guajardo

Personajes del pueblo: El Cura del pueblo

Aquellos años que soñé

Celso Garza GuajardoNació en Tlalcuhaua, Michoacán, el 1º de mayo de 1920, de familia humilde. Sus padres fueron Don Simón Morales y Doña Cleotilde Mondragón. De aquella tierra, por demás colonial como liberal, tan barroca como católica, llegó un joven al seminario de Monterrey para iniciar sus estudios en el sacerdocio, continuándolos luego en Moctezuma, Nuevo México, hasta ser consagrado el 24 de junio de 1947. Como seminarista mantuvo en constante incremento su vocación sacerdotal y el estupendo manejo del canto gregoriano… se recibió hecho todo un cura de pueblo, humilde organizador constante, fiel a todos y con voz de mando espiritual.

Por ahí anduvo en sus primeros pasos en las iglesias de la Trinidad y Cristo Rey en Monterrey y después en la Parroquia de Marín, N. L., hasta llegar a la Iglesia de San José, allá por 1952, de eso hace ya 35 años.

“Llegó el padre nuevo”, decía la gente… llegó el padre Pedro Morales y las cosas empezaron a reactivarse para bien en el viejo templo de Sabinas Hidalgo… niños y jóvenes se acercaron más. Los humildes tuvieron mayor amparo… el activismo del nuevo párroco benefició y animó a muchos: primero un dispensario gratuito, aquel de nombre San José, medicinas, consultas y médicos; luego un pequeño gimnasio: pesas, cuerdas, perillas, ring, fútbol, basquetbol y cura jugando beisbol con los muchachos del pueblo por el rumbo de la calle de Piedra. Además, una biblioteca para ir a estudiar. En aumento fue también la actividad de los monaguillos y de los Hijos de María, Catecismo a todas horas y a un padre gallardamente paseador a caballo por las calles polvorientas en tardes de verano. El pueblo empezó a estimarlo desde los primeros días.

La fiesta del 11 de diciembre de 1955, para la consagración de la Virgen de Guadalupe como reina del trabajo. Los castillos de juegos pirotécnicos todos los diciembres, la iglesia, el atrio y la plaza, todo lleno de gentes, Surge, luego, la necesidad de construir otro templo… la construcción de todo templo es un hecho histórico y en la idiosincrasia mexicana queda como testimonio de cultura y de los tiempos de las generaciones que se avocaron a ella. Son obras por los siglos, patrimonio a la identidad y a la redención.

El padre Morales encabezó el proyecto junto con nobles damas, caballeros y jóvenes. Un día la historia recogerá toda esa mística. Para julio de 1961, la obra aquella tomó forma.

Los años de aquel cura del pueblo pasan entre la Iglesia de San José y el nuevo Templo de Guadalupe. Mientras tanto él continúa ayudando, bautizando y casando a dos generaciones y a sus descendientes, mientras tanto todos nos hacemos mayores y el Padre Morales enraíza en el pueblo.

Pero un día de agosto de 1976 tiene que dejar esta aldea para irse a Monterrey a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús y después a la Parroquia de Villa de García. Por diez años andará fuera… mas cuando sus padres fallecen, él decide enterrarlos en el panteón de su pueblo adoptivo… por allá andaba el Padre Morales, la gente le iba a ver, le quería, le saludaba… en un aprecio franco. En todas partes hace bien su labor, más el busca regresar… busca el necesario refugio para sí mismo…

Por fin, desde fines de 1985, logra su anhelo y ya en retiro llegó otra vez al pueblo para quedarse… está como en su iglesia… las generaciones de mayores y de hoy le buscan. Parece ser que todos están contentos.

El Padre Morales Mondragón es un ejemplo de cura de pueblo, afanador y entusiasta. En verdad eso quiere decir mucho. En verdad. Por eso es que se ha ganado el cariño de dos generaciones y se le ha adjudicado un lugar de respeto en la historia del viejo pueblo. Por eso: Por ser un cura del pueblo.

9 de abril de 1987.