Celso Garza Guajardo

Personajes del pueblo: Don Juanito el indio

Aquellos años que soñé

Celso Garza GuajardoEra una imagen encorvada, parecía un báculo de su propia vida, piel de barro recocido, harapos sobre harapos, tantos que quizás el cuerpo no era nada y su espíritu lo era todo. De voz trepidante y chillona, parecía hablar y llorar a la vez… en su realidad sólo le acompañaba su bastón, su canasto y sus bolsas de papel… sus pesares y sus sentires… parecía rezar en cada pared proclamando su sermón de arrepentimiento en cada esquina.

Era una imagen que se aparecía y desaparecía… se le veía y se le dejaba de ver… se oía decir: “Ahí viene Juanito el indio”… en su canasto de envoltorios y de trapos vendía hierbas medicinales: orégano, hojasé, oreja de ratón, pata de venado, salvia, laurel y mezquites secos… vendía y no vendía… le daba lo mismo… iba por las calles, bajaba a la plaza, entraba a la iglesia y después quién sabe dónde se perdía.

Santiguaba con su bastón al viento, se persignaba y alababa en defensa constante de su fe, siendo más creyente que todos los creyentes. Proclamaba vivas a la Virgen de Guadalupe.

¡Viva Cristo Rey!
¡Ahora se vendrá el diluvio y van a pagar sus pecados,
bola de pecadores!…

Sus sermones vespertinos de esquina en esquina.

Mitad vendedor de hierbas, mitad pregonero de su fe, hasta vivir luego de la caridad. Era, en realidad, un ermitaño del pueblo que tenía por posada los solares abandonados. En realidad no se sabe también si fue un santo que nos quiso decir algo y que por nuestra indiferencia no comprendimos o quizás era un mendigo que escondía una riqueza de otros tiempos… aun así me asombraba su lucidez en el mundo de él, por la forma en que reaccionaba, casi colérico, frente a quienes trastocaban sus pensamientos y objetivos… Era el principio de la década de los 60s y aquel hombre manifestaba poseer una información sobre los sucesos del momento y entonces relacionaba su fe religiosa hablando sobre los sputniks, la perra Laika, Kennedy, Krushow, Castro y los comunistas que querían atacarnos… ¿de dónde, de dónde todo esto? Me preguntaba yo, en relación al personaje que era en sí y esa “modernidad” de sus ideas. Mi conclusión fue en el sentido de que Juanito el indio era un escucha de los noticieros de radios a través de las ventanas de las casas de donde pasaba.

Un día, mi padre, en la carpintería le armó una alcancía de madera con la estampa de algún santo, para que pidiera limosna y yo fui el encargado de pintar aquel trabajo… al día siguiente se la entregué con todo respeto… Don Juanito agradeció a su manera, proclamando sus consignas.

¡Dicen que van a venir los comunistas!
¡Qué vengan!
¡Yo los fusilo a todos como en el Cerro del Cubilete!

Al paso de los años, Don Juanito el indio caminaba cada vez más despacio y pasaba más desapercibido por las calles del pueblo, convirtiéndose en un profeta de su propio origen indígena Tlaxcalteca de Bustamante y de su recalcitrante fe religiosa… solo que cada vez más encorvado, andaba perdido por donde nadie sabía, un día de Diciembre de 1965 murió en su covacha de ramas y cartones, al fondo de un solar, por la calle de Iturbide. Dicen que murió quemado, yo creo que murió de nada, pues de nada muere el cuerpo cuando ya es espíritu en vida… la gente entonces sólo dijo “Ya murió Juanito el Indio”.

En lo personal, las vivencias de su imagen me impactaron… época de coletazos de la Guerra Fría, Sabinas Hidalgo fue escenario de fuertes conflictos ideológicos en la década de los 60’s… y la imagen de Juanito indio fue un talismán contraideológico, pues me asombraban sus reacciones y lo que sabía en sí lo tenía, la comprendía y en verdad sólo procuraba cuidarme de su bastón cuando decían que iba a fusilar a todos los comunistas.

Hoy me acerco al recuerdo y acepto su lugar en la pluralidad ideológica de antes y de ahora en el universo de su fe donde él era el único profeta.

23 de noviembre de 1987