Estaba enclavada en el cruce de dos calles en la cuales durante todo el día predominaba el movimiento del trabajo: enfrente estaba la Maderería y Ferretería de don Melchor Flores y de sus hijos, más dos lindas empleadas que despachaban con gracia y amabilidad clavos y tornillos; en contraesquina, la fábrica de vestidos en toda forma ya, de don José Larralde y su señora esposa; en la siguiente esquina, la casona dónde en el pasado estaba instalado el molino, luego una papelería, una dulcería, en fin
y a la vuelta la carpintería de mi padre. El movimiento en ese cruce de calles, era permanente: albañiles, carpinteros, plomeros, compradores, empleados, obreros del taller, vecinos rumbo al molino, alumnos y maestros hacia la escuela
y en la esquina estaba la tiendita
ahí en la esquina sur oriente de las calles de Juárez y Mina.
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