Celso Garza Guajardo

El DIF municipal… lección de solidaridad

Aquellos años que soñé

Celso Garza GuajardoLo lógico sería que escribiera el presente tema con datos, eventos, programas y toda una serie de actividades realizadas con ayuda social que el DIF –Desarrollo Integral de la Familia– realiza en nuestro pueblo. No lo creo necesario, dado que los afanes de esa dependencia oficial son conocidos por muchos; además de que sus informes se publican con regularidad.

El DIF es una expresión, independientemente de lo que diga su estatuto orgánico, donde se establecen sus finalidades; es una expresión, repito, del viejo paternalismo del estado mexicano. Paternalismo que sobre todo se incrementó en las décadas post–revolucionarias de los años 20s hasta el presente. El DIF, cuyos antecedentes son: El INPI –Instituto Nacional de Protección a la Infancia– fue creado durante el régimen presidencial de Adolfo López Mateos y los departamentos de Asistencia Social que había en las presidencias municipales a través de los cuales se proporcionaba ayuda a los menesterosos, compra de medicinas y los envíos a los hospitales generales de enfermos pobres, etc. Otras expresiones anteriores de tipo caritativo fueron aquellas solicitudes de familias pobres que acudían a la Presidencia Municipal a solicitar libros para los niños o lo que por lo común se veía cada fin de año cuando se repartían frazadas o despensas en navidad cual si fueran “Crismas”.

La institucionalización de las celebraciones en la década de los años 50s del Día del Niño, el Día de las Madres y después el estudio de los problemas de la familia y de la población de la Tercera Edad, fue creando una serie de elementos asistenciales que integraron un campo de atención del sector oficial para con la infancia específicamente y la familia como base de la salud social, por ser ésta la célula vital de la sociedad y el organismo vivo que integraba las tres edades: La infancia, la adulta y la vejez.

Hasta la década de los 50s, las esposas de las primeras autoridades del Municipio, del Estado y de la República, eran damas que circunscribían a sus familias sus funciones principales y desde donde realizaban alguna labor social según fuesen las circunstancias del momento. Poco después vino la normalización del papel de “Primera Dama”, en cuanto a las funciones específicas de asistencia social: Alimentación, salud y seguridad de la infancia, la familia y la serenidad… ahí empezó una nueva historia, sobre las mismas viejas necesidades de una sociedad cuyas carencias y virtudes no pueden ser soslayadas.

En un breve resumen histórico podríamos decir que hasta poco antes de terminar la década de 1950, las primeras damas desempeñaban sus funciones de asistencia social casi de manera caritativa o religiosa, ayudaban según la ocasión sin haber para ello ningún reglamento o programa específico, sencillamente se ayudaba al caso más indigente o a quienes se atrevía a pedir. De esa época queda el ejemplo de grandes damas que constantemente promovieron la ayuda a los necesitados: Alcaldes como Don Gorgonio Ruiz, Don Encarnación González, Don Carlos Solís, Don Fernando Viejo, Don Gilberto Garza, Don Antonio G. Garza, Don Humberto González, etc. tuvieron como compañeras en la función municipal a dignas y nobles esposas que desempeñaron fielmente sus tareas… las puertas de las casas de esas alcaldes parecían a veces antesala de dispensarios o pórticos de iglesias… desde hace 30 años, a partir de 1960, la labor de las primeras damas fue institucionalizada a través de las funciones, primero del INPI y después del DIF… la creatividad de esas tareas a través de las décadas ha sido tal que la Institución DIF de ahora está ubicada dentro de los organismo nacionales del sector salud.

Desde hace tiempo la labor de toda primer dama tiene una connotación ejecutiva, pues debe promover programas de atención integral a la niñez, a la familia y a los ancianos. El DIF de ahora es una institución promotora y de gestoría para ir incluso a la búsqueda de problemas palpables de salud, de los que se presentan tanto en forma individual como colectiva, para encontrar a problemas profilácticos o de recuperación, para afianzar el mejoramiento de la nutrición, la salud dental, la salud psicológica y ser creativos en la recreación y difusión cultural. El DIF es y no es un dispensario, una casa de beneficiencia o una sala de hospital… es todo eso y más aún. Es el activismo promotor para atender carencias que a todos deben de importarnos, apoyándose en el principio de la solidaridad. El DIF de ahora es tan grande y activo en sus programas según los recursos de que se disponga, las relaciones que se establezcan con otras dependencias oficiales y, sobre todo, de las iniciativas y desvelos de quien en cada momento preside la Institución.

El DIF no es sólo lo que a veces se ve: Las fiestas a los niños, a las madres o a los ancianos; o las festividades de Navidad, con todo y que eso es necesario y que requiere grandes gastos, pues a veces representan los pocos momentos de esparcimiento para muchas personas. El DIF tampoco es únicamente los congresos y los talleres culturales y artísticos con escolares y adolescente, con todo y que eso sea urgente promoverlos en Sabinas Hidalgo. El DIF es eso y mucho más. Es, paradójicamente, una pequeño saldo consolidado a favor ante lo mucho que todos debemos a la sociedad para que ésta tenga una niñez sana y feliz, familias integradas y capacitadas moralmente para atender a sus componentes y una amplia reserva motivacional de valores éticos de la vida para dar siempre la ayuda al niño, a la mujer, al anciano, al enfermo, al desvalido… en fin, a nuestro prójimo como a uno mismo.

El DIF es lección de apego a la vida… lección que se toma como una notificante experiencia para quienes laboran en él y sobre todo para quien preside la dependencia… lección de vida y de alegría cuando las cosas se logran y se resuelven para bien… lección de tristeza y de lágrimas cuando no todo se puede hacer y son muchas, muchas las carencias.

El trabajo en el DIF es el único en una administración, que no es burocrático o al menos que no debe serlo, pues es un trabajo constante, a todas horas y todos los días. Es un trabajo para atender muchas cosas, que requiere la condición humana en sus carencias… trabajar en el DIF y sobre todo presidirlo, significa hace propios los problemas de otros… pero sobre todo los problemas de los que no tienen, o de los que no saben cómo encontrar las soluciones a sus problemas.

En el DIF se trabaja para graduarse en la sublime vocación de la solidaridad humana. Al término del mandato se recibe un diploma de reconocimiento que faculta, ya en la vida social y sin estar en las instancias del poder, para ejercer en el resto de la vida la noble misión de hacer por los demás lo que quisiéramos que hicieran por nosotros si lo necesitamos. Ese es el reto, hacer cuando se está y hacer siempre.

Todas las primeras damas de Sabinas Hidalgo, las de antes y después de la década de los 50s, han sido ejemplos de sus hogares y paradigmas para la gran familia sabinense. Todas tienen su lugar en nuestra historia de servicios a la comunidad… en 1990 esa tarea es continuada con nuevo vigor y esperanzas por la Sra. Virginia Garza de Viejo, cuyo ejemplo de trabajo muy en alto de su gran tradición de ayuda de la mujer sabinense… desde allí se labora sin desmayo por todos los que necesitan, pues la Sra. Virginia Garza de Viejo tiene una comprobada capacidad de emprender programas de beneficio colectivo.

La labor del DIF de Sabinas Hidalgo es uno de los espejos bien pulidos donde podemos ver nuestras carencias y virtudes para con la sociedad de la cual formamos parte. Ahí las tareas no son fáciles, pues cuando se emprende se conjugan a la vez lágrimas alegrías, tristezas y angustias por sacarlas adelante.

10 de julio de 1990