Celso Garza Guajardo

Personajes del pueblo: Un hombre y su oficio

Aquellos años que soñé

Celso Garza GuajardoPuede haber de oficios a oficios; o mejor dicho, hombres que saben desempeñar muy bien su oficio, otros regular y algunos otros mal… lo que determina no es tanto el trabajo encomendado, sino las motivaciones constantes en su realización.

Puede haber un buen técnico que otro pésimo; un científico para la guerra, que otro para la paz; un brillante profesionista u otro que no lo sea… en fin, el trabajo está en el centro de las verdades de los hombres… en la vida del trabajo los brazos de los hombres son las manecillas de su propio tiempo.

Unos rodando, otros dando tumbos de saltos en saltos; pero todos acabamos por tomar un oficio en la vida… un oficio en opción al título de hombre y ciudadano… después, el balance existencial es interior… el saldo social es el que se hace público…

Alguna vez todos iniciamos un oficio… a lo largo del tiempo hacemos un balance del mismo y cuando menos lo esperamos, el saldo social de aquel oficio, lo han hecho los demás.

Por eso, sin meterse en la vida de otros, todos aprendemos de los que trabajan bien… de quienes nos ofrecen un ejemplo diario de realización en sus personas a través de sus oficios sin importar cuáles sean éstos… uno puede consumir el ejemplo, no tanto el producto.

Por eso, lo mejor para aprender de los oficios es saber, de vez en cuando, del tiempo que una persona lleva en esa actividad y qué es lo que constantemente ha hecho…

Como el siguiente caso…

En 1927, un jovencito empezó de ayudante en un oficio, trabajaba entonces en la esquina de las calles Hidalgo y Lerdo, cuando la plaza estaba a la mitad de su actual tamaño… poco después inició su propio negocio, por ahí, a un lado del Cine Olimpia… mas luego por 1937, estaba por las calles de Ignacio de Maya, cerca de Mina… hasta que finalmente, en el lugar que ahora ocupa por más de cuarenta años, en la esquina sur poniente de Porfirio Díaz y Niños Héroes.

El lugar es una cantina, el oficio, cantinero… la misma barra, las mismas mesas, una radiola cuarentona, foto y cuadros viejos, unos billares con muchachos en el juego de sentirse grandes… pero sobre todo el mismo buen trato y la misma buena persona.

Todos sabemos lo que es una cantina y lo que hace un cantinero… como sabemos lo que es un buen plomero, un buen profesor o un buen médico… en fin, todos podemos opinar de los oficios…

Este hombre lleva 60 años en su oficio. No es rico, ha trabajado en lo suyo todos los días de todos esos años, Es callado, más bien tranquilo, o mejor dicho, es paciente, muy paciente… mucho ha escuchado y atendido, sabe de historias sin fin de varias generaciones. El hombre le ha puesto a su trabajo su dignidad personal. Por ello, la esquina no es tanto una cantina, sino una referencia en los recuerdos y en las soledades, en las alegrías y en las tristezas pueblerinas.

El hombre le ha tenido aprecio a su trabajo… por eso ha sido leal consigo mismo en ese difícil oficio, donde muchos sucumben… por ello tiene forma de ser una persona serena, amable y honrada, lo cual es una referencia más que suficiente para cualquier oficio y, sobre todo, en el suyo…

Soy un cronista casi abstemio, o sea, que no soy cliente, pero sí he sido y soy compresivo parroquiano de la amistad hacia Don Nicolás Saldaña Santos, el buen hombre y ciudadano ejemplar que ha hecho de su oficio una tradición en el Salón Monterrey.

s.f.