Doña Josefina Valadez de Mascareñas

Josefina Valadez de Mascareñas

Personajes ilustres

Después de una vida plena de abnegación y compromiso, de entrega absoluta a los demás, falleció en Monterrey, Nuevo León, el 2 de junio de 1988, a los 85 años de edad, siendo sepultados sus restos en Sabinas Hidalgo, la tierra de sus amores, donde recibió el doloroso adiós de su familia y del pueblo que tanto amó.

Un interminable desfile de amigos y familiares de todas las condiciones sociales, de todos los credos e ideologías, acudió a las capillas de velación y al servicio religioso. Siete predicadores recordaron el mensaje divino y dos escritores distinguidos, en sendos discursos, expresaron el sentir popular.

Bajo una montaña de flores, fue sepultada junto a su amado esposo la tarde de 3 de junio y las numerosas ofrendas florales del cortejo fúnebre adornaron las tumbas de todo el panteón municipal, como una bienvenida a la eternidad.

El Profr. Celso Garza Guajardo, cronista de la ciudad de Sabinas Hidalgo, escribió en el No. 1678 de “Semana Regional” un breve artículo titulado “El adiós a Doña Josefina”, donde podemos leer:

“Muchas cosas fue Doña Josefina: enfermera, trabajadora social, promotora cultural, periodista y ciudadana entusiasta. Actividades de todo aún (a pesar) de su edad y (a costa) de su salud. El sello de su acción era el bien común, la tranquilidad y el progreso humanitario.

De todo pueblo lo que en vida realizó por los demás, ha quedado el ejemplo. El ejemplo a seguir. Tal será nuestra gratitud a su medio siglo de servicios a nuestro pueblo.

Por eso, el adiós a Doña Josefina está lleno de esperanza. Es un adiós evocando el bien, un adiós lleno de fortaleza espiritual, plena de amor a la vida y de cariño por Sabinas Hidalgo, tal y como ella y muchos viejos sabinenses fallecidos nos lo enseñaron.”

En el mismo órgano periodístico, el Profr. Carlos Tijerina Torres, le rindió homenaje póstumo en los siguientes términos:

“… En las habitaciones de su hogar que ELLA convirtiera en templo, en los interiores del templo, que ELLA transformó en hogar; en las mesas de trabajo de “Semana”, que semana tras semana ELLA erigió en fuente inagotable de bondad, de amor a los semejantes y de humanismo a los que tuvo acceso para ayudar en esa maravilla natural que es el nacimiento de un niño; en las muchas instituciones de servicio de las que fue militante distinguida; en cada lugar donde se necesitó su presencia, flota su espíritu inmarcesible como halo inspirador para quienes comprendan que solamente SIRVE PARA VIVR EL QUE VIVE PARA SERVIR.

Las lágrimas fluyen y nublan la vista; las plegarias se elevan; las gargantas se obstruyen; el dolor oprime y abate los corazones y hunde a las personas en la aficción; las reflexiones surgen en quienes conocimos a la señora tan especial que fue DOÑA JOSEFINA y que hoy sentimos la necesidad de hacer públicas estas ideas, como homenaje a quien vivió y murió en la lucha, condición natural en las personas ejemplares.

La medida matemática del tiempo le asignó 85 años, el lujo de la vida conservó su emoción y coraje en treinta, amorosa y vehemente fue su entrega al servicio del prójimo, de un rico, prodigioso legado espiritual. Tal vez en su congoja de su familia, ni la de sus amigos ni la de cuantos la conocimos, pero estrangula el alma saber de la extinción de su empeño fecundo, de una bella vida, de una obra interminada por interminable.”

Finalmente, en su columna. Simplemente una opinión, Jose Castellanos, comentarista de “Semana Regional”, anotó entre otras cosas:

“Muchos años fueron los que Doña Josefina dedicó al desempeño de su noble labor como enfermera, y durante muchos otros figuró como directora de este semanario, desplegando siempre una intensa labor, lo cual era característico en ella. “En este sentido realmente fue ejemplar la actividad de que hacia gala, multiplicándose para realizar y cumplir con múltiples tareas”.

En cuanta cruzada se emprendiera en pro de alguna obra de servicio social, era segura, y además imprescindible, la participación de Doña Josefina, siendo comunes sus llamados a los sabinenses de aquí y de allá, para que brindaran su apoyo y su ayuda para tal o cual obra, así como sus mensajes de aliento cuando alguien perdía a un ser querido.

Doña Josefina no nació en esta ciudad, sin embargo, nos lega toda una vida dedicada a servir, con una gran dosis de amor al prójimo, algo que nunca escatimó.”