Las serenatas, recuerdo hace muchos ayeres, en el gran espacio abierto que se encontraba entre los “Colegios” es decir, esa explanada entre las escuelas “Manuel M. García” y “Teresa R. De García” hasta allí llegaban dos o tres camiones de redilas, tenues luces iluminaban el evento, en forma lenta y ordenada íbamos subiendo a las enormes cajas de estas unidades eran las nueve y media o diez de la noche, la fecha era nueve de mayo, eramos niños algunos muy pequeños, pero todos habíamos acudido a la convocatoria lanzada por el Director de la Escuela, el profesor Francisco J. Montemayor a quien los habitantes del pueblo llamaban cariñosamente el profesor “Panchito” pues bien, el objetivo era salir a dar serenata, se recorrían las calles del poblado, no había aparatos de sonido, cantábamos: “Las mañanitas” a todo pulmón y nuestras voces no muy timbradas se escuchaban por todos los rincones, recordamos que los camiones se detenían frente al Panteón del Barrio del Aguacate, sí había también que darle serenatas a todas las madres que ya habían emprendido el viaje sin retorno.
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