El motín de 1884

Legado Histórico Sabinense

El día primero de diciembre de 1884, el Gral. Porfirio Díaz tomó posesión de la Presidencia de la República -por segunda vez- luego del periodo de cuatro años 1880-1884 cubierto por el Gral. Manuel González.

El Gral. Díaz encontró al país en medio de una profunda crisis en todos los aspectos de la vida social, económica, política, etc. Pues los últimos meses del Gral. González fueron de gran inestabilidad financiera, política y social ya que existía un excesivo déficit económico, no había crédito externo, se hallaban suspendidas las subvenciones a las empresas ferrocarrileras, los sueldos de los empleados tenían un atraso de ocho meses, las cosechas sufrían pérdidas cuantiosas y la administración pública basada en cacicazgos militares daba carácter dictatorial al gobierno.

Los dos últimos años -1883 y 1884- la situación nacional se había complicado por la introducción del níquel como moneda y el rechazo popular, sobre todo el estudiantil; la terminación de los ferrocarriles trajo consigo múltiples problemas de corrupción; la burocracia sin sueldos; la deuda inglesa; el comercio se había estancado y las quiebras se sucedían una tras otra; el ejército también padecía la crisis en sus salarios.

Era notable, según los periódicos de la época, la docilidad y paciencia de los empleados burocráticos y los trabajadores que, ante tales condiciones mantenían el orden y la tranquilidad social.

Un gran problema que incidía en toda la vida nacional era la existencia de numerosos cacicazgos militares en las diversas regiones del país, pues los generales que habían hacho carrera en las guerras de reforma e intervención francesa, se habían cobrado sus servicios apoderándose de las gubernaturas, constituyéndose en feudos regionales que disponían a su libre arbitrio de sus recursos y su política.

El Gral. Díaz entendió que debería establecerse una dirección central respetada y obedecida, pues los cacicazgos debilitaban la capacidad de actuar desde la Presidencia; por ello, se empeñó en liquidar tales administraciones estatales con medidas políticas de presión o canonjías para beneficiar a quienes cooperaran. En estas líneas, muchas regiones del país entraron en conflictos e inestabilidad interna por las luchas que se dieron en esa dirección. Al final, don Porfirio desmanteló los cacicazgos enemigos y se rodeó de gobernantes adictos.

En Nuevo León, el conflicto se dio para desposeer a los caciques militares que habían hecho del Estado su patrimonio regional.
El Gral. González había iniciado la destrucción de caciques locales y logró acabar con los de Jalisco, Vallarta, Zacatecas, García de la Cadena; Puebla, Juan N. Méndez; pero dejó sobrevivir el de los Generales Treviño y Naranjo de Nuevo León.
El Gral. Díaz decidió acabar con el cacicazgo nuevoleonés, pues el extremo regionalismo de Treviño y Naranjo, les hacía dudosos en su conducta respecto a la fidelidad que se podía esperar de ellos; antes bien, se podía esperar que por sus grandes intereses se volvieran peligrosos. Además, conocía que los dos Generales del noreste mantenían reuniones políticas con sus amigos para cualquier emergencia.

Por otra parte, el Lic. Lázaro Garza Ayala participaba de otro grupo nuevoleonés que buscaba la negociación armónica con el centro, apareciendo como elemento que podría dar un giro a las posiciones de Treviño y Naranjo.

En los primeros meses de 1884 se hizo sentir en Monterrey una crisis, que a medida que avanzaba el tiempo provocó la paralización comercial haciendo desaparecer negocios, se redujeron los créditos y el Ayuntamiento determinó reducir los gastos además de introducir reformas a la hacienda municipal.

A fines del año la situación de Monterrey era alarmante y el Ayuntamiento propuso al Estado que, dado el triste panorama, se tomaran medidas para alentar el comercio y la industria, las dos principales fuentes de riqueza.

Si la grave crisis que asolaba al país era de efectos desastrosos en todas partes, en Monterrey, era particularmente angustiosa. Los negocios sufrían una penuria de grandes proporciones y la industria sólo producía para el mercado local.

Era Gobernador del Estado el Lic. Canuto García quien tuvo a su cargo enfrentar la crisis de la mejor manera posible, pero, la inconformidad general por la depresión económica y la crisis estructural se manifestó en una fuerte oposición en las elecciones municipales generándose brotes guerrilleros y subversivos en Galeana, Villa de Santiago, China, Sabinas, Monterrey y otros.

En este contexto nacional y estatal, se produce el motín de Sabinas Hidalgo, durante los meses de octubre y noviembre de 1884, siendo, quizás una de las últimas gotas que derramarían el vaso y que obligó y justificó al Gral. Díaz, a enviar al Gral. Bernardo Reyes, para que se hiciera cargo del Estado, primero como militar y luego como gobernador.

El 14 de junio de 1885, se realizaron las elecciones para gobernador del Estado y contendieron el Lic. Garza Ayala, por un lado y el Lic. Genaro Garza García, del grupo de Treviño y Naranjo; el triunfo fue para el segundo y todo habría transcurrido en paz, si no se produce un incidente sangriento en casa de Esteban Roel, cuando unos policías trataban de aprehender a algunas personas que ahí se hallaban y Teodoro Roel, disparó contra ellos, para lo que se envió al Comandante de Policía para arrestarlos, pero él fue desarmado y detenido y al tratar de rescatarlo el teniente Cirlos, se produjo una balacera que duró horas y obligó a la intervención de más fuerzas policíacas, hasta que se logró la detención de los habitantes del lugar y quienes ahí estaban.

Este suceso causó un gran escándalo local y nacional, atribuyéndose los acontecimientos a la imposición de Garza García, como Gobernador. Era la coyuntura que Díaz esperaba.

El 2 de octubre de 1885, entró a Nuevo León, como Jefe Militar de la plaza, el Gral. Bernardo Reyes, quien daría una preferencia evidente a Garza Ayala. El 10 de diciembre el Senado decretó la desaparición de poderes y el Presidente Díaz, nombró Gobernador Provisional al Gral. Reyes.