Profr. José Mario Elizondo Montalvo

El oso que se convirtió en burro – Tercera parte

El oso que se convirtió en burro

Profr. José Mario Elizondo MontalvoSegundo día, imposible permanecer dormidos, el ruido de la cocina y los olores que de ella emanaban, nos hizo ponernos de pie, a las siete de la mañana, de inmediato recibimos una taza de café con un sabor a canela que invadía completamente la atmósfera, además un guiso de papas con chorizo, aquí nos demostró José Bautista su calidad de buen cocinero, haciendo hincapié que el chorizo era autentico de puerco, cortado en pequeños trozos y que él había llevado de su casa y los clásicos frijoles de la olla, mientras que saboreamos este rico almuerzo don Matías elaboraba las famosas panochas, clásica gorda elaborada con maíz y manteca de res, a la cual se le agrego chicharrón de puerco amasada con agua y un poco de leche y la respectiva sal, este alimento es tradicional en todos los ranchos del noreste de la República por que su elaboración permite que se conserven y se puedan consumir calentándolas simplemente, pero es necesario contar con el famoso acero que es un sartén de fierro vaciado con una tapa del mismo material, que para el momento de su uso se calienta directamente a la lumbre junto con su tapa, para depositar la masa en él, se le añade al sartén manteca para evitar que se pegué en las paredes del mismo, el proceso de cohesión consiste en colocar el acero sobre las brazas junto con la tapa, la práctica da experiencia para conocer cuando ya esta terminada la panocha.

Terminado el almuerzo siguieron los comentarios del famoso disparo de anoche, el tío del profesor nos aclara que esos burros son salvajes y que con frecuencia autoriza y da permiso para cazarlos, y elaborar carne seca, mientras nos organizábamos, tomamos una hacha, un machete, cuchillos muy bien afilados, además de una segueta y le pedimos a don Matías nos acompañara para que nos ayudara a descarnar el animal.

Para esos momentos, Leonel, había tomado el arma con sus respectivas balas y sin avisarnos… ¡Ya me voy! tomo en dirección contraria el lugar en donde nos habíamos reunido la noche anterior, don Matías colocó en el zarzo de la cocina las panochas elaboradas, manifestando sorprendido que había desaparecido una que puso a enfriar en la ventana pequeña de este jacal, ¡Que raro los perros no son capaces de llevarse esta comida, pero no importa hay suficientes para todos cuando regresemos a comer y además por la tarde o por la noche veremos u oleremos si alguien dio cuenta de esta panocha!.

Aclarada la explicación de las famosas panochas de maíz, por si alguno privilegia esta lectura, ya sabrá con ello lo que es éste famoso pan; armados con los implementos necesarios, enfilamos hacia el cañón en el que cayó la bestia muerta, el recorrido fue largo y penoso, por que la mañana fue lluviosa y con un frío que seguramente cerca de los 8° o 10° no solamente estas inclemencias daban lugar a consumir mas tiempo, si no que nuestro guía don Matías, renqueaba, palabra que uso el para señalar que tenia problemas en una de sus piernas, por lo que no era fácil caminar al ritmo de esta juventud impetuoso que formábamos nosotros.

Por fin llegábamos al lugar donde estaba el burro muerto y grande fue nuestra sorpresa que estaba completamente destrozado por las fieras del lugar, nuestro guía nos explicó qué tipo de animales habían consumido la carne desde el coyote, puma mexicano o tal vez el oso, la cámara fotográfica registro este momento la carabina calibre 22: se había quedado en el rancho, si hemos tenido esta arma hubiéramos cazado un coyote que desde que nos acercamos a éste lugar permanecía sin retirarse del mismo, el retorno fue aun mas lento ya que don Matías cada leño que encontraba en el camino nos lo iba repartiendo, fue así que Rubén Araujo, recordó su infancia en el rancho de San Luis Potosí donde vivió que según nos comento, nunca había cargado un manojo de 12 leños; Bautista que siempre ha sido muy fuerte y que en esa época, practicaba el ejercicio de las pesas en el gimnasio de Armando Villarreal, nos pidió los cintos a dos de nosotros, haciendo con ellos un enorme manojo que se lo coloco en la espalda, que Rubén Soto le ayudó a cargarlo.

Esto es toda una historia de retos entre nosotros, para ver quien era el que cargaba mas manojos de leña, por fin llegamos a los jacales y el tío de Poncho, dijo no haber visto por ninguna parte a Leonel y que estaba preocupado por que ya había pasado el medio día y amenazaba llover.

Tan pronto como llegamos, encontramos que el tío había elaborado la comida: un picadillo con papas, fideo aguado, frijoles refritos en manteca de puerco, y las famosas panochas calentadas en el comal, claro, la bebida consistía en café negro o te de salvia, a los cuales al gusto se les agregaba azúcar y leche, terminada esta acción tan positiva de comer y disfrutar la cama o los catres, seguimos preocupados por la ausencia de Leonel salimos a corta distancia en los cuatro puntos cardinales a lanzar gritos fuertes por si había respuesta de nuestro compañero, trascurrieron las horas y oscureció decidieron don Matías y el tío, ensillar dos caballos para iniciar la búsqueda, Rubén Soto que de siempre mostró su habilidades deportivas, trepó por la escalera que tiene el armazón que sostiene el papalote hasta llegar a la parte mas alta, después de algunos minutos de estar observando hacia los cuatro lados le comunicó al tío y don Matías que hacia la parte norte se divisa una lumbre y según el, no creía que es una aparición si no que nuestro compañero Leonel había encendido la fogata para ser localizado.

El Profr. Facundo Villarreal y don Matías invitaron a Chevo a acompañarlos el cual se montó en ancas del caballo de este último y enfilaron rumbo al sitio señalado por Soto.

Transcurrieron largos minutos que aumentaron nuestra preocupación, porque no llegaban, quienes conociendo el rancho no podían haberse perdido. Por fin aparecieron no sé la causa del retraso, pero llegaron por la parte posterior del jacal, precisamente en el lugar donde se encontraba el “cuartito” Leonel venía a pie carabina en mano, sorprendiéndonos sus carcajadas les preguntamos ¿cuál es la causa de tanta risa? escuchamos de parte del Profr. Facundo Villarreal ya les contará el amigo Leonel, parece que trae una pequeña indigestión.