Mencho replicó: Es que ustedes fueron muy difíciles y rebeldes Gonzalo de las Casas dejó escrito que: “Los guerreros chichimecas se interesaban en sus víctimas aun después de muertos. Quemaban a los enemigos muertos como a su propia gente, pero las cenizas de sus enemigos eran esparcidas al viento”.
“Se decía también que se comían a sus enemigos (como venganza)… Junto con los huesos, los cueros cabelludos y los genitales eran trofeos que se mostraban en las celebraciones de triunfo. No le perdonan la vida a nadie se han acostumbrado a sí mismo a un uso tan bárbaro y cruel de la victoria que mataron a unas mujeres españolas, jóvenes y hermosas después de abusar de ellas, y habitualmente despellejan las cabezas de los que matan. La piel con su cabello la mantienen atada a una pequeña cuerda y la muestran en sus celebraciones y danzas de triunfo considerando el más valiente al que muestra mayor número de pieles en la fiesta. Algunas de las tribus del extremo norte utilizaban los cráneos de sus enemigos para comer y beber. Algunos llevaban la cuenta de sus enemigos muertos marcada en huesos, dejaban los cadáveres colgando de los árboles con las entrañas sueltas habitualmente suspendidos de los pies. Todo ello ¿no te hace pensar que era demasiada crueldad especialmente con las mujeres?
–Ni tanto, porque ese mismo escritor dijo: que los Alazapas éramos un poco más benignos con las mujeres y a menudo las tomábamos en cautiverio por la gran escasez de mujeres en la tribu: esas mujeres fueron tratadas con consideración y muchas fueron nuestras esposas, el acto conyugal no lo efectuamos a la fuerza, porque de esa manera no hay una satisfacción, todo fue de mutuo consentimiento, por ello se engendraron muchos hijos a los que llamaron mestizos, algunos se integraron a la tribu y otros se fueron a vivir con sus madres cuando las dejamos libres. Los conquistadores si las tomaban por la fuerza y las obligaban a coitar y también concibieron y a sus hijos los españoles pocas veces los trataban como tales, a los suyos nacidos en estas tierras los llamaban criollos. Ese mismo escritor Gonzalo de las Casas dice: “las mujeres chichimecas eran mas benévolas pues a veces confortaban a los prisioneros dándoles alimento y llorando con ellos”.
“¿Podrás tu decir lo mismo de las mujeres españolas?¿Hubo alguno que dejara algún testimonio, de la bondad de ellas para con los conquistados?”
–Pero, –dice Mencho–, si les enseñaron a cultivar la tierra, les enseñaron hacer vestidos con la lana y a usar el hierro, les enseñaron como usar la fuerza de los caballos.
–Fuimos lo suficientemente inteligentes que aprovechamos sus errores, como cuando soltaban a pastar a sus caballos, les hacían un amarre en sus patas delanteras para que no huyeran; nosotros se las quitábamos y nos los llevábamos y supimos montarlos, domarlos y usarlos en las batallas; ustedes no les enseñaron a nuestras mujeres a tejer, puesto que hacían vestidos de fibras, vasijas y hasta instrumentos de guerra como las hondas. El hierro no lo necesitábamos porque con la piedra de los pedernales hacíamos los instrumentos que usábamos en la cacería y en la guerra. A sembrar lo sabíamos hacer desde antes, ya te dije que los nuestros trajeron semillas del centro del país.
“El Dr. Raúl Cuellar Moreno dice de nosotros: De infantes veloces se transformaron en jinetes admirables; gracias a las abundantes manadas de caballos salvajes que traídos por los españoles recorrían en tropeles las llanuras de Coahuila, Texas, Nuevo León y Tamaulipas. Los indios del noreste de México fueron exterminados por el odioso sistema de poner precio a sus cabelleras, ya que trajo numerosos cazadores de hombres; el sistema de encomiendas; la caza de esclavos que vender en las minas de Zacatecas y el centro de México y por la viruela. Don Martín de Zavala gobernador de Nuevo León, en su largo período de gobernador, repartió encomiendas a diestra y siniestra, agravando el mal hecho por Carvajal y fue tanto el abuso de los neoleoneses que las relaciones de sus excesos y explotaciones, tuvieron eco en la corte de España y figuran hasta en las cédulas reales. La reina gobernadora doña María de Asturias decretó La Cédula de 1672, en la que se ordenaba que los indios se convirtieran en esclavos, y que la conversión se realizara concentrándolos en los pueblos y repartiéndoles tierras. Con esta orden se eliminaron por completo las encomiendas de Nuevo León, y se dio paso a un cambio, la congregación de los indios en los pueblos. Los abusos continuaron y la cédula más famosa fue la de mayo de 1689 en que manda la ley en que cesen tantos abusos, relatando los desmanes y dice: y hurtándoles a los miserables indios sus mujeres e hijos, en ellas hacían lo que contraviene la Ley de Dios y les quitan a sus hijos e hijas y los sacan de la dicha provincia y los llevan a las ciudades de México, Puebla y Querétaro donde los venden como esclavos. Esto continuó en Nuevo León y Coahuila durante toda la colonia trasformando la región en continuo teatro de guerra que no tenía fin”.
–Tú, ¿Cómo sabes tantas cosas?
–Ya te dije que los que venimos del más “allá” tenemos amplios conocimientos, considerando también lo que nos contaban los ancianos de la tribu. Esa guerra entre ustedes y nosotros duró 300 años, ya que no dejamos que el yugo español nos esclavizara; pero luego llegaron otras razas con el mismo propósito y se arrebataron entre si, nuestras tierras; te menciono algunas: ingleses, franceses, irlandeses, holandeses etc. Recuerdo como comentaban los ancianos con coraje, la devastación que vinieron a hacer nuestros hermanos de allende el Río Bravo (apaches, comanches, lipanes, pieles rojas etc.) los güeros les dieron armas de fuego dizque para que cazaran con mayor facilidad los animales de los que se alimentaban, y luego los hicieron pelear entre sí, logrando que mermara mucho la población de las tribus; después con engaños los mandaron a que vinieran a atacar los pueblos y habitantes al sur del Río Bravo; para luego tomar como pretexto los desmanes diciendo que estaban en peligro los terrenos de la frontera, con su ejército invadieron y se robaron los territorios que los geógrafos denominaron como Árido-América. Después cuando ya estaban las tribus debilitadas las encerraron en las Reservaciones donde poco a poco se fueron extinguiendo acabando con su espíritu guerrero. Más adelante te comentaré de un tratado que los indios firmaron con el gobierno de México.
–Ya casi me convences de que tienes razón.
–Tus ancestros hicieron lo que quisieron, les pusieron arbitrariamente nombres a las tribus según las características de sus tatuajes y rasgos físicos les llamaron: Borrados, Rayados, Pelones, Barreteados etc. etc. Le pusieron nombre a todo a las montañas a los rincones, arroyos y ríos y a los accidentes geográficos. ¿Conoces el nombre de todos los rincones que están del río a la sierra de la Iguana? Dime sus nombres, desde luego los que ustedes les asignaron.
–Yo solamente conozco unos cuantos, aquellos donde he llevado mis cabras a pastar.
–Pues si no los sabes yo te los voy a decir, desde luego los de este tramo de sierra, donde los españoles han explotado minas y criado ganado y explotado la madera de los árboles de la región iniciando por el que está mas cerca del río: Rancherías, Las Vacas, Calaveras, Los Ajos, La Tuerta, Canteros, Buenavista, Agua Nueva, Los Vidrios, Piedras Pintas, Arismendi, Las Potrancas, Maguacatas, Venados, Sotolitos, La Pachona, La Mulada, La Gloria, Nigarones, Rincón del Agua, Los Sabinos, Moreno, El Cedral, Villegas, Jacalitos, Rincón de la Víbora, Palo Blanco, Cueva del Alazán, Sierra de la Iguana y Pico del Moro.
–Realmente ya no tengo argumentos con que refutar lo que me dices, si los hubiesen dejado seguir viviendo como estaban un día alcanzarían el grado de civilización de los países de otros continentes.
–Al llegar a la Gran Tenochtitlán, –dijo el indio–, los europeos se quedaron sorprendidos en grado sumo, de la grandeza de la ciudad, así como de todos los conocimientos científicos que ya poseían, a medida que se fueron apoderando del territorio se fueron dando cuenta de lo valioso de las civilizaciones como La Azteca, La Maya y La Tolteca; también apreciaron la mansedumbre de los indígenas del sur del país que eran más nobles por la religión y con facilidad lograron someterlos a la esclavitud; los del norte eran valientes, fuertes, astutos, vigorosos, temerarios y sin ningún tipo de remordimientos a la hora de atacar para lograr defender la tierra que había sido suya desde tiempos ancestrales.
“La evidencia de cómo en el siglo XIX se dio en esta región el exterminio de los naturales, –dijo el indio–, nos lo proporciona la siguiente nota:
Marzo 26 de 1863. El Alcalde primero de Villa Aldama informa: Con la superior orden del 26 del corriente ha recibido este juzgado, la botella de veneno que se sirvió remitirme por acuerdo del C. Gobernador el 18 del mismo, en que dispone se envenenen las aguas estancadas.
En cumplimiento, pues de este superior mandato hoy mismo he mandado envenenar tinaja verde que está en la sierra de milpillas agostadero de la Estancia de la Escondida y la tinaja conocida con el nombre de Agua de los indios, que está en la boca del rincón de Ramón en la sierra de Minas Viejas cuyas dos tinajas tienen agua estancada.
Además he mandado dejar dentro de un morral una botella de licor envenenado en el Agua de tinaja prieta que está en la cima de la sierra de Milpillas, frente al rancho de Palo Blanco, como demostrando que se quedó allí por olvido según el punto donde la dejen, otra en tinaja prieta que está en la misma sierra al lado de la Escondida, haciendo otro tanto con el agua de Santa Clara y la Ventosa cuya medida me ha parecido conveniente en razón de que las aguas expresadas son tinajas que corren, por cuya circunstancia no las mandé envenenar. Esta providencia la tomé para ver si los indios haciendo uso del licor se logra surta los efectos que se desea, y en atención a que dichas aguas son frecuentadas por los bárbaros.
De todo lo cual di aviso circunstanciado hoy mismo a las autoridades y haciendas inmediatas a esta municipalidad”.