Celso Garza Guajardo

El cronista – La Familia: Carta a una esposa

Aquellos años que soñé

Celso Garza GuajardoMonterrey, N. L., a 15 de enero de 1991

Querida Teresita:

Aún cuando todos los días rubrico lo que aquí digo, por escrito es mejor dejar constancia de toda una vida.

Por ello, en este día tan especial, desea dejar testimonio moral de toda la grandeza espiritual que en estos años nos ha otorgado a todos nosotros.

Mi vida ha sido otra, a través del tiempo, después de 1969, un proyecto inconcluso donde lo mejor de los valores humanos se me han fijado gracias a su presencia, ideas y conducta. Su vida me ha dado una lección tonificante y constante de humildad, gratitud, trabajo, sacrificio y amor.

Gracias, Teresita de Jesús, por todas las lecciones espirituales que se han quedado para siempre en el acervo fundamental de mi vida. Gracias por:

  • Haber nacido californiana y no olvidarse nunca de su tierra
  • Querer y tener presente, solidariamente, a todo su familia
  • El amor a su madre y a su abuelita, especialmente
  • Haber estudiado en la Escuela Normal de Ensenada y haberse recibido en la Escuela Normal de Sabinas Hidalgo
  • Por aquel “sí” de estrellas en la noche de julio del 68, en el centro de la Ciudad de México. Momento incandescente de nuestra historia y de nuestras vidas
  • Por las cartas de amor que de mí guardó y que hoy forman el archivo de los latidos de esos días
  • Por ser el único testigo de cuando pedí su mano, en la casa de Avenida México, de Ensenada
  • Por el día en que nos casamos, el 2 de julio de 1969 con el bagaje interminable del amor, de alegría, dulzura, bondad y decisión, en el cual la parte fundamental era la suya. Sólo eso nos importaba; de lo demás no teníamos nada
  • Por el viaje aquel de Ensenada a Guadalajara–Monterrey; por el primer día que conoció la casa y quiso a toda la familia como suya: 20 de julio de 1969
  • Por el especial amor que desde ese día y siempre, por siempre siempre, le brindó a mi madre
  • Por los días del Hotel Savoy, albergue, por semanas de nuestro amor sin casa fija en la ciudad de México
  • Por su encanto de vivir en aquel departamento de Vértiz 408, Col. Narvarte
  • Por sus afanes de trabajos y estudios, mientras yo naufragaba en la profesión de militante de sueños y tragedias. Sueños rojos, que se escondieron y trabajos que me dejaron desamparado a la orilla del camino del tiempo
  • Por el valor de seguirme a Monterrey, con diez pesos, dos maletas, un bulto de libros, un armario y una mesa con cuatro sillas.
  • Por los días tistes y alegres, como buscando el nuevo horizonte, en el departamento aquel frente al Tecnológico
  • Por sus largas horas de trabajo en el Departamento de Rayos X en el Hospital Civil, las caminatas y jornadas nocturnas
  • Por los primeros contratos para incorporarse como maestra, contratos de 700 pesos mensuales
  • Por el inicio de aquellos viajes, esperanza de amor, a Tijuana, Nacional City, Ensenada, La Paz, San Antonio… esperanza hacia la grandeza y la solidaridad. El cielo sabe de esas querencias
  • Por el inicio de la casita de Villa de Mitras, 1974, obra cuya, morada en esta tierra del espíritu amoroso que el destino depositó en mí
  • Gracias por Celso José, 28 de noviembre de 1971: por Albita Josefina, 10 de marzo de 1973. ellos son vida y aliento, pero sobre todo, ellos son su obra y su esperanza
  • Por su trabajo de maestra en la Colonia “Primero de Mayo”, en la Fama, en la Garza Nieto, en la Escuela “Rosa Leal”. Dos décadas de trabajo ejemplar, laborioso y bíblico. Trabajo a la altura del magisterio histórico nacional
  • Por todas la generaciones de niños que por la casa han pasado, viendo en usted a la maestra que les agrada y les enseña
  • Por la paciente labor de todos los días, de atender especialmente a niños y a padres de familia con problemas, en casa
  • Por lo cientos de horas de trabajo en la casa,. De tareas revisadas y de líneas concluidas
  • Por la combinación de todas esas horas, las horas de desvelos y de esfuerzos como madre de familia
  • Por el cuidado de nuestros niños a mañana, tarde y noche
  • Por sus consejos, orientaciones y, sobre todo, por el ejemplo diario en casa. Por sin desmayos encauzarlos hasta lo que hoy son
  • Por el compromiso y apoyo a todos mis trabajos siempre
  • Por sus estudios de licenciatura en Educación, ejemplo de real vocación en la enseñanza primaria
  • Por la amistad tan especial que permanentemente otorga a sus compañeros, vecinos, compadres y ahijados
  • Por todas sus lecciones de bien pensar, hablar, comportarse y atender
  • Por sus pláticas de arte, teatro, cine y literatura
  • Por el humanismo siempre vivo para observar los días de casa época del mundo
  • Por corregir a diario las indecisiones, errores y criterios inmaduros
  • Por perdonar a diario mis culpas
  • Por el llamado a la superación en todos los órdenes que continuamente me hace
  • Por las agradable visitas de cada fin de semana a la casa de mi madre en Sierra del Obispado 122
  • Por el cariño, los desvelos y las lágrimas de los días en que mi madre partió al cielo
  • Por mantener las enseñanzas de mamá en esta nuestra casa
  • Por el cariño a mi familia, a mis hermanos, hermanas, sobrinos, nietos y a mi padre
  • Por todos los días como un solo día, siempre bella y amable
  • Por esperar que cada día sea mejor mi compañía junto a usted

Gracias por aceptar esta carta, como letra renovada a la deuda que siempre, aquí y en todas partes, tendré con usted.

Con amor de siglos.

Celso Garza