Celso Garza Guajardo

Quehaceres y costumbres: Ir al panteón

Aquellos años que soñé

Celso Garza Guajardo

Primero la exclamación es únicamente mental… cada quien está contando los días que faltan para el 2 de noviembre… no es que la gente no tenga nada que hacer, al contrario, quienes más piensan en el Día de los Muertos son precisamente quienes más están ocupados y esperan la llegada de ese día, como un descanso en la nostalgia, como un relax con la tierra y su linaje.

Celso Garza GuajardoPrimero la exclamación es únicamente mental… cada quien está contando los días que faltan para el 2 de noviembre… no es que la gente no tenga nada que hacer, al contrario, quienes más piensan en el Día de los Muertos son precisamente quienes más están ocupados y esperan la llegada de ese día, como un descanso en la nostalgia, como un relax con la tierra y su linaje.

Bulle en cada quien la idea de ir al panteón… en verdad aquí en el pueblo no se dice mucho si el 1º de noviembre es día de todos los santos y el 2 de los fieles difuntos; tampoco se trata de un ritual a la muerte con olor a cempazuchitl y sabor a calaveras de azúcar… no, en verdad no… aquí se trata de ir en grupo, unos antes y otros después, unos juntos y otros desbalagados, llevando flores, pocas o muchas; una o dos coronas, sin importar cuántas… se trata de estar un rato en la tumba o en varias de ellas; limpiarlas, echarle agua a los floreros, depositar las flores, amarrar los arreglos, reconcentrarse un poco, unos cuantos minutos y luego ver y buscar y ver, a quién se ve y a quién se encuentra por todas partes… ver de lejos y de cerca; buscar, saludar aquí y allá… saludar y abrazarse… sonreír y exclamarse simpatías… presentar y presentarse… andar por los vericuetos entre las tumbas… reconocer lápidas, parientes y amigos… la tumba vieja y la tumba nueva… la que nadie visita, la que todos visitan… la que está olvidada… la que está barrida y regada aunque sea de pura tierra, la que está llena de flores.

Casi al llegar el día de ir al panteón, cada quien se prepara para ello… ¿dónde comprar las flores… ¿con quién voy a ir?… ¿en la mañana o en la arde?… ¿un rato o mucho rato?… ¿por dónde entrar?… ¿y ahora a quién me iré a encontrar?… ¿habrá mucho sol o estará nublado?… ¿hará calor o vientecillo de otoño?… ¿lloviznará como el año pasado?… Luego también pensar en las posibles compras de nueces, aguamiel, cacahuates y dulces… ver los puestos, ver muchos puestos y muchas gentes.

Después, también saber si este año hubo más o menos gente que el pasado año… si saludamos y platicamos poco o mucho, o si sólo fuimos y salimos… si a nadie vimos y oímos mientras todos veían y escuchaban… si parecíamos fantasmas que nadie perseguía mientras todos eran muchedumbre…

Luego, al pasar el día, todos de vuelta a las casas. El panteón del pueblo se quedará lleno de murmullos… las tumbas por los colores parecerán piñatas en el suelo y los puesteros de la calle del camposanto dormitarán esperando la vuelta del siguiente año… en cada casa hay visitantes: los hermanos, los sobrinos, los tíos y los abuelitos, que vienen de Monterrey o de Laredo… unos se irán por la noche, otros hasta el día siguiente… el día en el panteón justo ha pasado y el encuentro sin protocolos con familiares y amigos acaba de guardados, hechos vivencias para siempre, de que se ha estado ese día en el panteón del pueblo. Otros no habrán ido y entonces hasta les podemos presumir. “Yo si fui, vi y platiqué… comí conos de leche, compré unas cañas”.

En realidad, cuando se acerca el día que llamamos “de los muertos” y cuando ya existe esa costumbre de pensar en ir, cada quien desde la imaginación va y regresa todas la veces que puede, vemos transcurrir el día… ya fuimos y venimos… ya estamos de vuelta… ya nos llenamos de recuerdos, de tierra los zapatos, de imágenes que nunca queremos dejar de ver, de risas y de miradas que contienen lo mismo tristezas que ilusiones.

En verdad, ese día esperado de los muertos es en mi pueblo un original ritual que prolonga, año con año, la vieja plática esquinera, el añorado paseo de la plaza y el cortés saludo social de banqueta a banqueta… es un ritual que sirve y emociones… logrando así la identidad con la tierra y la unidad final con una raíz familiar.

25 de octubre de 1988.