Una generación es una definición de tiempo y trabajo. Toda generación, para serlo, es destino, presente ineludible y tope que significa cumplir con ella misma y no poder ser más que lo que debió ser. Se vive en el sentir de una generación o a los lados, como sea, lo cierto es que la vida se una sociedad recibe el empuje de la o las generaciones que ha formado.
En el pueblo, una de las generaciones que prácticamente ha terminado, ha cumplido su misión, estuvo formada por todos aquellos hombres cuyos desempeños se dieron en el campo como propietarios, cuya única forma de vida ha sido la actividad agrícola y ganadera. Fueron hijos de viejos agricultores y ganadores. No supieron de otras cosas, no tuvieron otras alternativas. Nacieron en la tierra para la agricultura o en la tierra para la ganadería. Año tras año, toda la vida en lo mismo. Nacieron con el siglo y vivieron y supieron de todas sus décadas hasta el fin de presente….siempre estuvieron hablando de tierras y aguas, de cercas y labores, de siembras y ganados, de agostaderos y pastos, de propiedades y deudas….a veces el auge, a veces la crisis….más siempre en el temple de seguir adelante….no eran comerciales ni agiotistas, no, por eso hubo quienes terminaron endeudándose o perdiéndolo todo….más seguían adelante, formando sus familias y una parte de la tradición agrícola de la aldea.
Sus descendencias ya seguirán otros caminos, no por decisión de ellos mismos, sino porque la situación del país ya había cambiado.
Hijos de agricultores o de ganaderos del siglo pasado, dueños de las mismas tierras herederas de generación en generación, tenían una forma de ser, una constancia de trabajar y un lenguaje directo para decir las cosas….uno de esos hombres, el último de esa última generación, fue Don Ramón Mireles Garza, nacido en 1901 y fallecido recientemente. Hombre de campo, agricultor….recorrió la aldea por décadas, a caballo, en express en camioneta…recorrió el tiempo de este siglo todos los días a sus labores….los “conejos”, la “ramada” y el Río Salado supieron de todos sus afanes….. hombre práctico y productivo vivió con lealtad a sí mismo y a su pueblo. No aparentó ni guardó ninguna pose estudiada….sencillo y llano, la mejor de sus lecciones es la que hay que saber apreciar y repetir; una vida de casi 90 años dedicada a las labores agrícolas.
Con Don Ramón Mireles Garza se fue el último integrante de la última generación de agricultores, hijo de agricultores del siglo pasado, hijos de hijos, dueños de la tierra, trabajando en los mismo sin alternativa de poder cambiar o de ser otra cosa. Poseía la tierra y trabajaba la tierra. El testimonio de su vida así lo indica.
Esa generación, aunada o los labriegos fue, léase bien, muy culta, pues la más culta de todas las actividades es la agricultura: de ella se vive….y lo demás no son más que palabras.
Buena siembra la de Don Ramón Mireles Garza en su paso por la historia de esta aldea.
23 de mayo de 1988.