Grandes recuerdos de la Generación XXXIV

1º Anecdotario Escuela Normal Pablo Livas

En el archivo de la mente quedan grabados sucesos que forman parte de nuestra formación; cuando éstos son negativos, vale la pena borrarlos y desecharlos, pero cuando nos producen alegría, tranquilidad, bienestar, o cualquier sentimiento que nutre el alma, entonces nos da gusto recordarlos y hasta platicarlos…

Por eso me encantaría compartir algunos de los grandes recuerdos de la Generación XXXIV de nuestra Alma Mater.

Me ha tocado escuchar a muchas personas que han estudiado en la Escuela Normal Pablo Livas en Sabinas Hidalgo; la gran mayoría piensa que su generación fue especial; yo pienso lo mismo y es que cada una es única.
Recuerdo que entonces, la Normal había cerrado sus puertas debido al gran numero de egresados durante el año escolar 1981–1982 por decisión de la Secretaría de Educación y Cultura y el Gobierno del Estado, no hubo prueba de admisión ni inscripciones.

Al año siguiente (1982-1983) se dio a conocer durante el mes de septiembre que la Normal reabriría sus puertas y que la inscripción se haría como era costumbre; mediante un examen de admisión, así en octubre ingresamos 48 alumnos (13 hombres y 35 mujeres), de los cuales egresamos 46.

Durante tres años estuvimos distribuidos en tres grupos de 16 o 17 estudiantes por lo que nuestra formación fue muy dinámica y personalizada.

Al llegar a tercer año (5º semestre) nos enfrentamos a que teníamos que iniciar el servicio social, pues no había alumnos de 4º grado o sea de 7º semestre. La mayoría de nosotros teníamos 17 y 18 años y el Plan de Estudios de 3º y 4º grados inconcluso. Con decisión, tomamos la responsabilidad de atender un grupo durante todo un año y otro de diferente grado al año siguiente; es decir nuestros dos años de práctica fueron por regla con diferentes grados (además teníamos que aprobar 17 materias del Plan de Estudios).

Fue así como a muy corta edad, nos enfrentamos con valentía y vocación a la noble tarea de educar, con la oportuna orientación de nuestros asesores Profra. Consuelo Cervantes Mascorro, Profr. Gilberto Hernández Garza y Profr. Salvador Garza Inocencio a quienes recordamos y agradecemos sus oportunos consejos.

Nuestra gratitud también a todos los docentes que nos acompañaron en el camino de nuestra formación; el entonces director quien durante los años de nuestras prácticas docentes, acudió ininterrumpidamente a motivarnos Profr. Javier Arturo Solís Montemayor, además formaron parte de nuestra historia estudiantil, Ma. Elva Solís de Pérez, Eduardo Cárdenas Gómez (†), Aurora Cervantes Mascorro, Rosa Elia Elizondo Montemayor, Rubilio García, Miguel Garza Durán, David Vike Garza (†), Valdemar González, Gilberto Guzmán Santana (†), Antonieta Mireles, Rosa Norma Morton, Beatriz Perrone Hernández, Dante Perrone Hernández, Virginia Sanmiguel García, Graciela Santos Buentello y Santiago Armando Vara Jiménez.

Fueron cuatro años de los que juntos vivimos grandes experiencias y un inolvidable proceso de aprendizaje que incluyó dos excursiones; una a las pinturas rupestres por el rumbo de la carretera a Villaldama a la altura de Los Galemes y otra al frontón de Piedras Pintas en Parás, N. L., acompañados por el Profr. Santiago, el Profr. Rubilio y la Profra. Graciela, teniendo como transporte ¡dos camiones de redilas!… ¡Cuántos recuerdos! ¡Cuántas anécdotas!, quizá ocuparíamos un libro completo para contarlos, por ahora y para finalizar un afectuosa saludo a mis compañeras y compañeros, en especial a Pedro Flores Rodríguez y Jesús José María Ovalle Perales, quienes hasta hoy luchan por reunir a nuestra generación y a mis desde entonces seis inseparables amigas: Blanca M. Montemayor Ríos, Graciela Alamey Morales, Hilda Margarita Martínez Martínez, Ma. Guadalupe (Pinny) Mireles González, Silvia Adriana Álvarez y Silvia Ibarra Serna.

Quienes tuvimos la osadía de convencer a la Profra. Garciela Santos de transformar nuestra clase de Educación Física en una sesión de aerobics (con leotardo y mallas), así mientras los compañeros practicaban volibol, nosotras todas las chicas de la generación lucíamos especial vestimenta y realizábamos la rutina de ejercicios; rutina que rompió con el esquema tradicional y que, entre muchas otras experiencias nos ayudó a comprender que en la materia de educación no todo está escrito y mucho menos descrito.

Lic. Indira Montemayor Gómez
XXXIV Generación
1982–1986