El mejor pago que un maestro puede tener

1º Anecdotario Escuela Normal Pablo Livas

Como maestra de inglés, en 1993 participe en un Programa de Inglés en Primarias en el cual los alumnos de 4º, 5º y 6º grados, asistían en contra turno a sus clases de inglés tres días a la semana.

El grupo que se me asignó estaba integrado en su mayoría por niños de bajos recursos y una cuarta parte por niños de muy bajos recursos económicos. Algunos de ellos trabajaban por las tardes vendiendo, limpiando vidrios de los coches, haciendo mandados, así como otras actividades; todas con la finalidad de recaudar algo de dinero para ayudar a la economía familiar.

Este programa en lo personal consideraba interesante, ya que le daba la oportunidad de aprender su segundo idioma a niños que tal ves nunca hubieran podido asistir a clases particulares de inglés antes de llegar a la escuela secundaria. Los alumnos asistían muy motivados y entusiastas a sus clases participando en las diferentes estrategias que conlleva el aprendizaje de un segundo idioma como es aprender canciones, realizar diálogos, hacer escenificaciones, contestar ejercicios, etc.

Al llegarse el mes de mayo específicamente el Día del Maestro, recibí diferentes muestras de afecto por parte de los alumnos que integraban mi grupo. Me llamó mucho la atención que uno de los niños de muy bajos recursos me llevara un regalo pues yo sabía de las condiciones tan precarias en que su familia vivía. El regalo era un estuche de tres jabones Maja, los típicos envueltos en papel de china negro con un sello de una dama española al frente, era un regalo costoso para quien tenía que trabajar por las tardes para ayudar a la economía familiar.

Cuando le agradecí el regalo, le dije que le diera las gracias a su mamá y que no tenía que haberse molestado, a lo que el niño me contestó: ¿Por qué a mi mamá? Si yo junté el dinero para poder traerle un regalo. En ese momento reconocí que no hay mejor pago para un maestro que el cariño y el reconocimiento de sus alumnos.

Al pasar de los años me integro a la planta docente de la escuela Normal Pablo Livas y me vuelvo a topar con el niño (ahora joven) de los jabones Maja como alumno normalista, y una doble satisfacción con ese alumno, el que después de haber concluido sus estudios como Licenciado en Educación Primaria, se integró al Programa de Inglés en Primaria.

Le agradezco a Dios por haberme encaminado a esta profesión tan noble y tan digna que gracias a la Escuela Normal Pablo Livas, mi Alma Mater he podido ejercer a lo largo de los años.

Profra. Idania Martínez Morales.
XXIX Generación
1976–1980