X. El río
El río, colindante, hacia el sur y el oriente con el barrio, abundaba en remansos que nosotros llamábamos charcos. Como la población era poca, el agua sobraba y corría por largo tiempo, cosa que ya rara vez ocurre.
Luego de la gran avenida que arrasaba árboles, piedras, ramas y cuanto a su paso encontraba, el agua iba quedando cristalina y formaba los charcos donde la chiquillería y los jóvenes acudíamos a nadar o pescar. Tales eran, desde la presa de Los Vecinos; el Charco Largo o Charco Azul. Los Nueve Sabinos, Las Peñitas, Las Palomas, El Charco de la Tía Treja, entre otros, en los que aprendíamos a pescar a mano, a nadar, a chacualear y dar colazo, bañándonos desnudos o “contoy ropa”.