Junio en la vieja aldea

Historias familiares

Cuando pasaba mayo… cuando pasaban las fiestas seguían los exámenes… los de todos, los de fin de cursos. Era el mes de junio, el final de las clases decían unos, el final de la escuela decían otros. Junio era así verano anticipado de sol, sonrisas y tristezas.

Sol porque desde abril y mayo nos quemábamos en el río y en las acequias y en junio nos “requemábamos” haciendo jornadas por caminos y veredas y regresando muertos de hambre a casa. Sonrisas porque aquello que no sabíamos lo que era, el fin de clases, el sentirse liberado de aquello, el “pasar año” , el tener las vacaciones a la mano que era el ser libres, en medio de sentir que estabas también cambiando.

Tristezas porque en aquella alegría y aquel sol había también el sentirse un ser solitario… callado… de rato en rato al saber que podías hacer todo y no hacer nada… o al pensar que te pusieran a trabajar y el sentir que estabas creciendo de junio en junio.

La escuela se quedaba muda, cerrada quieta y el polvo tomaba su lugar… las hierbas crecían en el patio… los cadillos y las ortigas alrededor de los hormigueros.

En junio se iniciaba un cambio de horario de acuerdo a la naturaleza: la noche era larga para jugar, desde la puesta del sol hasta la salida de las gentes que iban al cine del pueblo… después seguía el dormir en el patio de la casa a cielo abierto cantando y sonando con las estrellas… el amanecer envuelto en canto de pájaros jacaleros y esperar a que los rayos del sol llegaran al catre para levantarse.

Aquellos meses de junio… se fueron sumando. Parecían eslabones del tiempo… unos cuantos eslabones que eslabonaron toda la vida. Toda la vida de la infancia y de la adolescencia… años de una memoria que no termina de recrearse.

Mientras tanto en las labores cercanas al pueblo había maizales y sembradíos de sandía y de melones… en las huertas familiares y en los solares aguacates.

Mientras tanto en aquel mes de junio eran las graduaciones al calor de focos amarillos y de palomitas y chapulines voladores. Fotografías en blanco y negro ceremonias sencillas, aplausos y lágrimas.

Se acaba junio…

Se cerraba la escuela.

El silencio y el sol reinaban y por la esquina un muchacho corría sin camisa rumbo a la plaza…

22 de junio 1996