La memoria del Cronista
La muerte es otra forma de vida. La vida de la muerte está en la memoria. Yo me prendo a su memoria. “la gente quiere oír hablar a sus muertos en una nostalgia que sirve para que la historia o resulte indiferente”, reflexionaba mi padre, el historiador Celso Garza Guajardo (Sabinas Hidalgo, Nuevo León, 1943 -Monterrey, Nuevo León, 2000). Lo invoco. Lo sueño. Lo leo y confirmo lo universal de su pensamiento y de su obra mismo. Sí, de lo universal que es hablar de la aldea de aldeas: Sabinas Hidalgo. Y para ello me permito compartir un rasgo de mí experiencia como alumno de la Universidad Complutense de Madrid, donde estudié la obra de un escritor británico, John Berger: un hombre conocido por su dedicación a la pintura y a la crítica de arte. Después de vivir en Londres y Nueva York, John Berger decidió refugiarse en la campiña francesa y desde ahí construir una obra narrativa y poética sobre la forma de estar y entender el mundo en el medio rural. John Berger ha escrito una trilogía de libros titulada De sus fatigas en las que se muestra como un hombre de talento que escribe y siente honestamente sobre lo que está tratando de decir, que no es otra cosa que su experiencia de vida en el campo, Berger muestra como los campesinos en Europa, igual que en el resto del mundo, se resiste al progreso porque éste es su propia aniquilación, la aniquilación de la forma en que ellos se relacionan con la tierra. Berger denuncia al capitalismo monopolista que busca destruir el pasado, la historia. Por eso mismo Berger reivindica el valor de la tradición oral de los medios rurales y contribuye a construir el retrato de un universo, como el rural, tan pleno de hechos insólitos fantásticos, e al mismo tiempo nostálgico, con personajes hechos de una pasta de resistencia y trabajo, de sabiduría popular, que se quedan ahí y entienden el resto del mundo desde esos lugares, que miran al pasado y que efectivamente como decía papá. Los personajes de Berger sacados de la campiña francesa son idénticos a los de las crónicas de Celso Garza Guajardo. En la campiña francesa también existen las lavanderas como Arcadia o los tipos como Molina. En a campiña francesa también tienen la certeza de decir: “Ya volvimos, lo que está allá es bueno pero lo que está aquí es mejor”. es la certeza del origen. De la humilde y poderosa raíz. Berger y Garza Guajardo comparten los mismos intereses, propósito idénticos. Sus respectivas experiencias como hombres con una ideología compartida (la izquierda), que conocieron el mundo allende las fronteras, y a la experiencia de los universos que retratan. Sus escrituras son un grito por conservar lo que el tiempo y la llamada prosperidad se están cargando. Berger es un hombre casi octogenario- Garza Guajardo murió a los 56. Siempre ha estado plenamente convencido de que el estilo de mi papá es el sentimiento. La emoción, la nostalgia y el corazón fueron el motor de su escritura. La memoria, la fuente. De pronto poético, lírico; contemplativo. Pero como tenía el deseo de comenzar a novelar la vida de Catarino Garza y seguro que sus crónicas, y su escritura en general, experimentaría cambios al respecto, que enfrentaría los desafíos de las técnicas literarias para conseguir una escritura con mayor visibilidad.
Los últimos años de su vida fueron para mi papá intensos. En particular último lustro. Si bien desde su ingreso a la Universidad Autónoma de Nuevo León desarrolló una labor en favor de la historia y la cultura como patrimonios de la sociedad, el trabajo en el Centro de Información de Historia Regional, con sede en el ex hacienda San Pedro, en Zuazua, Nuevo León (cuyo rescate y operación como unidad cultural también le correspondieron), le exigió la consolidación del proyecto en todas sus consecuencias. La labor coincidió con la víspera del cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Monterrey durante 1996. El aniversario fue motivo de estudio y celebración por su parte también desde las trincheras de la presidencia de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadísticas y, especialmente, de la coordinación de la Comisión de Historia del Patronato Monterrey 400.
La concentración en estos proyectos obligó a mi papá a abandonar en cierta forma su producción personal, aunque jamás dejó de escribir sus crónicas y relatos. Y lo hacía precisamente a través de su columna “Los apuntes del cronista” en el periódico Semana Regional de Sabinas Hidalgo. Estas Historias familiares son de hecho una reunió de 36 crónicas, de las últimas publicadas por Celso Garza Guajardo en Semana Regional, desde 1996, cuando se encontraba involucrando profundamente en los festejos por cuarto centenario de Monterrey, hasta el 8 de enero de 2000, un día antes de su muerte, cuando apareció el último texto que entregó al semanario sabatino dirigido por Jorge Mascareñas sobre el deceso de una genuina dama sabinense.
Aunque algunas de estas crónicas fueron publicadas también por Garza Guajardo como pequeños opúsculos, como ocurrió con la crónica “Solo conozco a los muertos” y con la serie “Crónica de un viaje a España”, Historias familiares es una síntesis del pensamiento y el sentimiento del Celso Garza Guajardo; síntesis de su bagaje político y cultural, síntesis de su amor por la familia. Se podrá echar de menos la falta de unas memorias que en algún momento el trazaba una autobiografía a través de sus crónicas. Historia familiares confirman así además el interés del cronista por la historia de Sabinas Hidalgo y el valor que reconocía en su gente y en sus personajes, en sus instituciones como la Normal Pablo Livas y Semana Regional, Periódico de cinco décadas de publicación ininterrumpida que arraigó en su corazón. No era para menos. En Semana Regional comenzó a escribir; en Semana Regional publico las últimas crónicas de su vida, las crónicas de Historias familiares.
José Garza
Madrid, verano de 2001