Celso Garza Guajardo

Los lugares y los rumbos: Los panteones en la historia de Sabinas Hidalgo

Aquellos años que soñé

Celso Garza GuajardoParece ser que el primer difunto en la historia del Real Santiago de las Sabinas, fue su propio fundador, el Gral. Ignacio de Maya, en el mismo año de tal acción o sea en 1693.

Es de suponerse que fue enterrado en este lugar, pues  el Acta de Defunción no aparece en el archivo de la Catedral de Monterrey. Quizás en Villaldama… no se sabe. Lo cierto es que fue uno de nuestros primeros difuntos.

La vida y permanencia de El Real fue dura e insegura, al acabar el auge de las minas, a principios del siglo XVIII.

Los propietarios se fueron… los vecinos se quedaron y reclamaron unos solares…los herederos no querían ceder nada… se fue a un litigio virreinal sobre tierras y acequias. Los vecinos reclamaban derechos sobre tierras y aguas. Los nuevos hacendados tuvieron que ceder un poco…

Desde 1710 se informa ya de la existencia de una iglesia de adobe y de paja… desde 1730 se fija la puerta de la iglesia hacia el oriente, como referencia para los solares de los vecinos, entre el brazo grande y el brazo chico del río… los herederos se quedaban así, con las grandes extensiones de tierra hacia el norte y hacia el sur, teniendo como división el río, y los vecinos con un casco de pueblo que empezaban a sentir como suyo.

Desde 1760 se empezó a formar el archivo parroquial en el templo de San José: los libros de matrimonio, nacimientos y defunciones.

El primer panteón se situaba atrás del viejo templo, hacia el oriente y hacia el sur, de manera irregular. Durante todo el siglo XVIII y las primeras tres décadas del siglo XIX, este fue el lugar de las sepulturas… hoy nos puede parecer increíble pero si somos capaces de imaginarnos una aldea de casuchas de adobe y de piedra cubiertas principalmente de palma y de terrado a partir de la calle Real-Hidalgo hacia el lado sur, sólo queda un interrogante ¿Por qué la iglesia y el panteón fueron ubicados en la parte más baja? Existe una respuesta a ello, que un día expondremos.

En 1831, en el inicio de la época liberal, se empezó el trazo del Panteón Municipal hacia el poniente, al terminar el pueblo, hacia donde se iban los vientos siguiendo las reglas de la higiene pública… se dejó de enterrar en la iglesia, sobre todo cuando se supo de una epidemia en Vallecillo, derivada de los entierros que se hacían a escasa profundidad, por lo duro del terreno, en el interior de la iglesia.

Entre 1831 y 1860, lo mismo se enterraba en el Panteón Municipal. Después de las Leyes de Reforma, con la creación del Registro Civil, se hizo obligatorio el enterrar únicamente en el Panteón Municipal.

A partir de 1860 se abandona paulatinamente el antiguo panteón de la iglesia. Las rústicas tumbas de piedra y de sillar desaparecieron. Empezaron a construirse en torno a la iglesia, jacales y chozas y en 1902, en un costado, la escuela de niñas, que después fue la escuela secundaria y ahora el Centro Cívico.

El panteón municipal Num. 1 tenía una barda de sillares. La barda era gruesa y de piedras lajas. En 1926 se trazó adjunto el Panteón Num. 2, el primer entierro en ese lugar fue el del popular sacerdote Don José María Rodríguez, cuyos restos están ahora en un muro interior de la Iglesia San José.

Hará unos diez años se derrumbó por completo la barda de en medio que dividía a los dos panteones. Se arregló la barda de entrada a los dos panteones y se hizo una sola, se quitaron las viejas puertas con sus barras de acero, se amplió también el panteón hacia el lado poniente y el lado norte; hay además una nueva entrada. Casi se llega al arroyo que da origen a la vieja calle de Piedra.

El Panteón Municipal, con más de 150 años de recoger a nuestros muertos está saturado. O son muchos los muertos, o son muchos los años o son muchos los vivos… Por lo que sea, lo cierto es que el panteón se llena de todos nosotros el día 2 de noviembre. Vamos a ver y a platicar… como queriendo y no queriendo. Nos distraemos un poco el pasado y nos distraemos un poco con la muerte. Nos distraemos un poco entre nosotros mismos en lugar frontera entre la vida y la muerte, entre el pasado y el presente: en el panteón.

Hoy que vayamos al panteón, a reflexionar en silencio con los espíritus que ahí habitan, observemos también las sierras de Minas Viejas y de Santa Clara. Veamos el cielo, las nubes y el sol y al salir de ese lugar marchemos resultados a vivir el resto de nuestros días con más humildad y sencillez, como lo ameritan estos tiempos… sólo así habremos entendido el pensamiento que inscribe en la entrada del Panteón Sabinas: “Postraos. Aquí la eternidad empieza y es polvo aquí la mundanal grandeza”.

22 de octubre de 1985.