Iniciamos el tercer año en la Escuela Normal Pablo Livas en septiembre de 1966. Nos entregaron los nombramientos como normalistas practicantes; las escuelas primarias nos fueron asignadas de acuerdo a los promedios. Recibimos un sueldo de 420 pesos quincenales, pagaderos en efectivo. Trabajábamos por la mañana y la tarde y asistíamos a la normal en el turno de la noche. Seguimos tomando las clases en el mismo salón, el cual se encuentra al poniente del segundo piso.
Cuando hubo elecciones para elegir presidente de la sociedad de alumnos, fue nombrado Héctor Jaime Treviño Villarreal. Como presidente de grupo de generación, fue electo quien escribe estas líneas.
Quisiera ahora hacer mención de actividades importantes que transcendieron en la historia de nuestra normal.
Era costumbre que mes a mes un grupo organizara a la asamblea escolar. Nosotros realizamos la primera y la verdad fue pésima. No contamos con ninguna clase de motivación y, por todavía, los de primero y segundo grado nos dieron ejemplo de organización en las asambleas posteriores. EL profesor Abiel Mascareñas Valadez, asesor del grupo, nos regañó, pero al mismo tiempo nos motivo para ponerles el ejemplo a todos, ya que éramos los mayores de la escuela.
Le solicitamos al profesor Gilberto Guzmán Santana, quien daba clases a los primeros grados, que nos ayudara a formar un grupo de danza. Él acepto la invitación. Seleccionó al grupo, lo puso a ensayar y formó dos cuadros folclóricos, uno de Jalisco y otro del Istmo de Tehuantepec.
Recuerdo que en el Cine Baldazo se proyectaba durante el intermedio un rudimentario cartel en la pantalla anunciando la Orquesta Estrella de César Barrera. A mí me sorprendió porque don César era poco conocido entonces, pero me dio la idea de comunicarme con él para que nos acompañara con su orquesta en la asamblea escolar que estábamos preparando. Su intervención se limitaría a acompañar a Deyla Hernández con dos canciones y presidir la interpretación del Himno Nacional. La asamblea se organizó y fue un éxito, ya que era la primera vez que se realizaba un evento de esta naturaleza. Algunos mandamos confeccionar el vestuario mientras que otros lo compraron ya hecho. Al final, lo donamos a la dirección de la escuela. Gracias a esto, creo, se formó después el Ballet Folklórico de la Escuela Normal Pablo Livas.
Tiempo después nos organizamos y la generación acordó ahorrar 50 pesos por quincena. Como el maestro Eugenio A. Solís Guadiana, Inspector de nuestro pueblo y quien se encargaba de llevarnos la nómina desde Monterrey, cambiaba el cheque con el monto total y después lo entregaba en sobres con el dinero efectivo a los mentores en cada una de las escuelas sabinenses, los integrantes de la generación le solicitamos que nos descontara el ahorro y lo guardara para los gastos de graduación.
Organizamos después un baile popular que nos autorizó la Presidencia Municipal para beneficio de nuestra generación. Se contrataron dos grupos regionales y se regaló una serenata con la Orquesta Estrella.
A principios de 1967 fuimos invitados por la Escuela Normal Serafín Peña para que nuestros grupos artísticos se presentaran en el teatro de Montemorelos. Nuestra generación corrió con los gastos de la renta de dos autobuses para los grupos; invitamos a la orquesta de César Barrera para que tocara en la apertura y acompañase la interpretaciones de Deyla Hernández. El evento fue un éxito. De ahí en adelante. César Barrera se empezó a dar a conocer en otros municipios.
En el mes de mayo nos aplicaron el examen profesional. Presentamos la tesis, tema del momento y la clase práctica. Los jurados nos aprobaron. De los más de 60 alumnos que iniciamos en 1964, finalizamos 45 normalistas. Algunos de estos excompañeros se dieron de baja tan pronto ingresaron y otros, cuando cursaban el segundo o tercer grado, solicitaron cambio de adscripción a la Centenaria Normal Miguel F. Martínez de la ciudad de Monterrey.
La fecha de nuestra graduación se acercaba. Realizamos reuniones y juntas en el salón de clases y en la gradas de las canchas. Queríamos lo mejor para nuestra despedida. Me pidieron que fuera a Monterrey a contratar una orquesta. En los dos viajes que hice me acompañó don César Barrera. Visitamos a don Armando Thomas, a Juan Guerrero, a Ray y a Jaime Garza, dueños y directores de las grandes orquestas de la ciudad capital. Desafortunadamente, sus honorarios eran muy altos.
Todo cambio cuando nos entrevistamos con don Gustavo Rubio Caballero, quien había sido maestro y músico de don César. Aceptó con gusto la invitación. Recuerdo que nos dijo: Por el gran cariño que le tengo a César, iremos a Sabinas por 4 mil 500 pesos. Además yo pongo el autobús y llevaremos los trajes que usamos en nuestra reciente gira internacional por Estados Unidos.
Los preparativos se hicieron con cuidado y detalle, hubo ensayos de la entrada, del vals, del bailable artístico, etcétera. Y la gran noche de graduación llegó al fin el 30 de junio. Por supuesto, la música se interpretó en vivo. La orquesta de César Barrera se instaló en la banqueta del poniente del salón de actos para amenizar el vals de entrada. La parejas bajaron por las escaleras para llegar a las sillas que estaban en las canchas.
La voz ceremoniosa del profesor Arturo J. Solís Montemayor llevó el programa; el mensaje de agradecimiento estuvo de Héctor Jaime Treviño y el de despedida lo dio Santiago Vara Jiménez. Las autoridades del presidium entregaron los documentos oficiales. Nos honraban con su presencia el profesor Timoteo L. Hernández, Director General de Educación; el profesor Daniel Guadiana Ibarra, Presidente Municipal; el profesor Víctor Alejandro Méndez, Director de la Escuela; y demás invitados.
Ocupando las gradas, nuestros familiares y amistades estaban sonrientes. Después del número artístico de la Danza del Venado se finalizó con el vals, Mientras se oían las notas musicales de la orquesta hubo abrazos, llantos, alegrías, regalos pero la fiesta continuó y nos trasladamos todos al Centro Social Mutualista, donde se realizó propiamente el baile de graduación con la Orquesta Internacional de Gustavo Rubio Caballero y la Orquesta Estrella de César Barrera. Fue una noche inolvidable de baile, risas,, abrazos, amigos, familiares, despedidas de hasta luego. Fuimos una generación que, como todas, finalizó, pero dejando para el recuerdo que el compañerismo organizado de los normalistas puede lograr eventos exitosos. En lo que a nosotros toca, además de sentar las bases de la formación del Ballet Folklórico, convocamos una noche de graduación con orquestas como nunca se hizo antes (de hecho, no sé si hubo algo igual después), de allí que hoy recuerde con orgullo a mi generación 1964-1967.
Ciudad General Escobedo, Nuevo León, a 24 de octubre de 2008.
Profr. Óscar Garza Guajardo
XXVII Generación
19641967