Reconocen su valía a Prudencio Alcocer

Softbol

Prudencio Alcocer recibe el trofeo
Prudencio Alcocer recibe el trofeo de manos del Profr. Abraham Villarreal.

El domingo 10 de octubre el inamovible receptor del los Hipertensos, Prudencio Alcocer, en singular acto recibió un reconocimiento por su destacada participación en el softbol master (promedio 60 años) al resultar el mejor bateador de los Hipertensos en promedio.


Sus compañeros de equipo, y algunos colados como siempre, estuvieron conviviendo con el homenajeado en el parque “Profr. Daniel Guadiana Ibarra” antes, durante y después de que el titular de la Dirección de Deportes Profr. Abraham Villarreal entregara el trofeo correspondiente.

Y esto trae a colación, toda proporción guardada, otro evento similar efectuado hace más de 30 años en la casa en construcción de Don Aléctor Ruiz en la Colonia De Los Santos, después de un juego de veteranos donde “El Clipper” Felipe Montemayor le conectó un par de jonrones a Nazario Llano y al hacerle la referencia contestó “Se los dio a Bob Feller, que no me los de a mi”.

A lo que voy, y disculpen que la nostalgia me gana, es a presentar la Oración del Veterano que ese día ofreció a los presentes el inmortal cronista deportivo José Isabel “Chabelo” Jiménez Medina, y la hago mía para dedicársela a mis valientes amigos que abandonan en la mecedora, la canasta, el gancho y la bola de estambre; no es cierto, la holganza y la comodidad del hogar sobre todo del domingo, para echarle pantunflazos al mundo.

El pensamiento dice así:

“¿Por que juegas veterano? ¿ crees vencer el tiempo?
Tu lucha es la del Quijote contra molino de viento.
Te recuerdo que el Quijote fue feliz en su locura.
Y en tu voz se nota un dejo de reproche y amargura.

Fue muy buena tu pregunta y mala tu observación.
¿Quieres saber porque juego? Escucha con atención.

Juego porque creo en Dios y en su santa voluntad.
Yo le vivo agradecido de andar jugando a mi edad.
Juego por que mi familia apoya mi decisión.
Y cuando salgo a jugar, me llevo su bendición.

Juego por que tengo patria y esa es otra bendición.
Y a pesar de los pesares, yo sí creo en mi nación.
Juego porque a esta edad lo hago con más cariño.
Será porque a todo abuelo le queda algo de niño.

Porque aprendí a servir sin esperar recompensa.
Y mi mano izquierda ignora lo que ayuda la derecha.
Porque aprendí a ser humilde cuando llega la victoria.
Valiente ante la derrota, aunque ésta no sepa a gloria.

Porque al que antes ofendí, al que nunca le dí la mano.
Aquí olvido lo pasado ahora soy veterano.
Porque aprendí a respetar y a recordar con cariño.
Al amigo fallecido que nos ganó en el camino.

Aprendí a pedir perdón, pero más a recordar.
Que es más fácil recibir, pero más difícil dar.
Por eso juego, mi hermano, y si quieres más razón.
Juego porque tengo agallas y bien puesto el corazón.

Se que llegará el momento de emprender la retirada.
Lo haré con la frente en alto, y firmeza en la mirada.
Y en mi último partido, no me importa el score.
Cuando caiga el último out, me sentiré triunfador.

Entonces podré decir, por lo dulce y por lo amargo.
Por la alegría y el dolor, por los amigos ganados…
¡Gracias, mil gracias, Señor!”