Ganadas, perdidas o sin jugar en el Sertoma son felices
La felicidad no se compra con dinero, la felicidad, repito, es una flor a la orilla del río, se siente en una puesta de sol, en un lugar cualquiera, se percibe con la llegada de la primavera con su esplendoroso verde, esperanza y el trinar de los pajaritos.
La felicidad no tiene dueño, ni fecha, es un cheque al portador; la felicidad está dentro de nosotros y no hay que buscarla, solo descubrirla.
La felicidad no es un metal precioso que se pueda adquirir con recursos económicos, ni un camino, ni un lugar aunque sea un trayecto, pero no un destino.
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