Ramiro Rodríguez Martínez

La Inminencia del Polvo

Ramiro Rodríguez MartínezEl día de su muerte, Armando Santana presintió la inminencia del polvo en las ráfagas tristes del viento del norte. El aire dentro de la habitación que compartía con Alicia Rodríguez era muy espeso, de consistencia áspera al sentirlo con el tacto de los dedos como cuando se pasa la mano por la piel aterciopelada de una mujer hermosa. Lo invadió la imperiosa necesidad de intercambiar palabras con aquéllos de su sangre, conversar con los hijos que había criado bajo el modelo intachable de buen padre, escuchar los murmullos pueriles de sus nietos corriendo bajo las frondas de los árboles en el patio cuando le obsequiaban el regalo de su visita. Esa mañana de enero, Armando Santana comprendió que había llegado al final del sendero con la premonición ingrata de la aspereza del aire. Sin embargo, su estado de ánimo no decayó ni hizo el menor comentario sobre sus pensamientos a su esposa, aquella buena mujer que lo había atendido por casi cincuenta años de feliz matrimonio.

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Ramiro Rodríguez Martínez

Día de muertos en Sabinas Hidalgo

Ramiro Rodríguez MartínezEL DÍA DE MUERTOS no es un día que pueda provocar miedo o angustia, como podría pensar la gente de otros países. Mi madre va con cierta frecuencia a visitar las tumbas de nuestros deudos en Sabinas Hidalgo. No sólo es costumbre esperar los primeros días de noviembre en que el pueblo de México visita a sus muertos para recordar, para volver a vivir lo que se fue hace tiempo, sino que distintos espacios del año son buena ocasión para acompañarlos.

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Ramiro Rodríguez Martínez

Mamá María

Ramiro Rodríguez MartínezMAMÁ MARÍA ERA el núcleo de las reuniones en la numerosa familia de Eneas. Todas las celebraciones, fueran con el motivo de Navidad o Pascua, de Año Nuevo o Día de las Madres, giraban en torno a la figura matriarcal de Mamá María. Bondad y sabiduría, las mejores herramientas para mantener la atención de todos los elementos, eran el fresco regocijo de la descendencia. Al iniciar la llegada al punto de reunión, tomaba origen un desfile de hijos, nietos y bisnietos, que deseaban hacer notable su presencia ante ella con el tradicional abrazo y el beso en la mejilla. La ciudad de Matamoros era, por tradición, la sede de dichas reuniones, en donde Mamá María radicó después de haber dejado su tierra natal, Sabinas Hidalgo.

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