Sentimientos
Me vino a ver, traía una tristeza muy grande, acababa de sepultar a un ser muy querido –Vengo a platicar contigo porque tienes la oportunidad de conversar con mucha gente y quiero que conozcan el sentimiento doloroso que llevamos todos los que nos alejamos del pueblo buscando una vida mejor, nos fuimos de aquí pensando en volver después de cosechar los triunfos y asimilar las derrotas, para vivir los últimos días de la vida tranquilos y al fin reposar a lado de los nuestros– ¿pero no sé que le ha pasado a mi pueblo? ….el desorden que contemplo en la forma de conducirse de las gentes, no es el trato respetuoso que todo mundo te daba, traté de cruzar la calle y el mueble que venía retirado aceleró para impedirme el paso, estuve un buen rato parado en la esquina y crucé cuando la calle se despejó.

La inquietud y la zozobra se habían apoderado de su ser, su madre le había dicho que al día siguiente la acompañaría a la ciudad para ir a visitar a sus tíos y consultar con el médico, primeramente lo envió con el Señor Ibarra para que le avisara, que los recogiera en la esquina de los colegios, pues el dueño del transporte hacía un recorrido levantando el pasaje, antes de emprender el viaje que se iniciaba a las cinco de la mañana; conocer la ciudad de Monterrey para él era una gran ilusión, pues los compañeros de la escuela que ya habían visitado la capital del Estado, contaban maravillas de una calle larga… larga… que se llamaba Calzada Madero, que tenía bancas y palmeras por el medio, y también un arco grandote donde estaba una mujer con unas cadenas rotas en la mano y que le decían la mona del arco. Durmió poco, pues en sueños se imaginaba mil cosas de las que había leído en los libros de la escuela, que contaban aventuras y tragedias; también tenía miedo de quedarse dormido y que no lo llevaran; al primer llamado de su madre se incorporó y de inmediato se aseó, se puso la ropa nueva y los zapatos, resplandecientes de lo limpio que los había dejado; era una fresca mañanita de abril y los gallos lanzaban las notas musicales de sus clarines al aire, anunciando que el lucero de la mañana estaba en medio del cielo con todo su esplendor, se despidieron de su padre, quien les hizo muchas recomendaciones para que no fueran a perderse y para que tuvieran cuidado con los automóviles que en la ciudad los había en abundancia.
La naturaleza se ha vuelto inclemente, aquellos veranos cálidos que soportábamos yendo a darnos un chapuzón al río, se terminaron, es tanto el calor que se siente que aún a la sombra de los árboles el aire azota tu cuerpo dejando una sensación de quemadura en la piel; en la radio anuncian que estamos a 41 grados centígrados a la sombra y a la intemperie el termómetro marca 44 grados, vemos con tristeza que muchos de los árboles frutales que se escaparon de la helada, sus retoños se han quemado con el sol; el agua potable para el consumo humano a disminuido y las norias se están agotando, los animales en el campo no tienen que comer, los ganaderos tienen que alimentarlos con pacas de zacate y otro tipo de forraje que consiguen a precios que se han elevado por la demanda; en épocas pasadas también hemos tenido veranos muy difíciles pero tal parece que el actual, pega con mayor inclemencia, desde julio del año pasado que nos azotó el huracán Alex, no ha vuelto a llover con la intensidad que la región necesita; estamos acostumbrados a las lluvias cíclicas que se presentan en diferentes épocas del año, ahora han fallado, dependemos mucho de los fenómenos metereológicos que se forman en el océano Atlántico y a veces nos conformamos con la colita de algún huracán que se desarrolla en el golfo.
Los anales de la historia nos cuentan que los primeros españoles llegaron a nuestro valle en busca de minerales en sus cerros y agua abundante para procesarlos y sembrar; para poderse asentar tuvieron que luchar contra las tribus nativas, que defendían con fiereza las tierras que les pertenecían por mandato divino.
La historia de la educación de nuestro pueblo está llena de mil hazañas, que fueron realizadas por maestros, que quedaron inmersas en los recuerdos de los niños o adolescentes que estuvieron en sus aulas.
Hace ya un año que un buen amigo puso en mis manos un excelente regalo; cuando se enteró que en el futuro oficialmente sería quien narrara la vida del pueblo en sus aconteceres más importantes, mandó hacer un portafolios de piel con mi nombre…
Un doce de febrero