Categoría: Páginas Sueltas de la Historia de Sabinas

 

El trabajo de Don Santos se desarrollaba según la necesidad que los dueños de los ranchos tenían; pues tanto lo llamaban para que fuera a instalar un papalote nuevo, como para ir a componer una bomba de motor de gasolina,o reparar uno descompuesto.

Desde tiempos muy remotos, en Sabinas; como en todas las poblaciones de la República Mexicana; se celebran los días patrios, organizando diferentes actividades, entre ellas: un desfile con la participación de las Autoridades, los Escolares y el Público en general.

Todos los caminos de Sabinas y los municipios aledaños fueron recorridos por Don Santos y su Ford, era conocido hasta en los lugares más apartados y por gentes de diferentes nacionalidades, ya que en sus viajes por la carretera nacional, (la 85) había convivido con muchas personas.

Al inicio de la años treintas, cuando se construyó el edificio de la Esc. Prim Teresa Rivera de García, en el patio de lado poniente frente a la calle Mina, se hizo una noria y se construyó un tinaco elevado; para almacenar agua, que serviría para alimentar los bebederos y los servicios sanitarios. Ahí se instaló un papalote que se encargaba de extraer el agua y de llenar el depósito; el agua bajaba por gravedad y se distribuía por los diferentes lugares.

En años pasados cuando Sabinas era una familia grande, todos en el pueblo se conocían, convivían y compartían; se hacían actividades para el esparcimiento de toda la población; entre ellas, carreras de caballos; se organizaban en el espacio abierto que se conocía como Campo de aviación.

Después del trabajo que desempeñó en el Río Salado, muchas personas se acercaron a Don Santos, para solicitarle que los auxiliara con su Ford, en la solución de algún problema que tenían en el funcionamiento de aparatos agrícolas.

Los caminos que salían del pueblo, todos eran caminos sin pavimentar o sea que estaban aplanados por el hierro de las ruedas de las carretas, los carretones, los express y los pocos muebles de motor de gasolina que en aquellos años existían.

Hemos contado que Don Santos recorría todos los caminos de la región, los habitantes de las diferentes rancherías lo trataban con mucha cordialidad, le brindaban su confianza y amistad, tal la familiaridad que: en muchas ocasiones le comentaban acerca de sus padecimientos y enfermedades sabía: ¡con que! y ¡cómo! se podían curar las magulladuras y golpes ocasionados por las caídas del caballo o los trastazos recibidos al herrar algún animal.