A fines del mes de noviembre de 1911 un supuesto vidente de nombre Erasmo Mata, pronosticó que a las 8:30 de la mañana del día 3 de diciembre del mismo año, ocurriría un cataclismo o temblor con efectos destructivos para Nuevo León; pues la naturaleza respondía a los efectos de un cometa o incluso hasta de los rayos solares. Y tembló. Al año siguiente, el entonces párroco de San Juan Bautista de Villa de García, el padre Jesús María González apuntó en un informe que la fachada del templo estaba muy deteriorada debido a las intensas lluvias de 1909 y al temblor ocurrido en octubre de 1912. Se tienen referencias muy antiguas de que en Villa de García tiembla más o menos con cierta regularidad.
Alonso de León nos relata que en la antigua hacienda de San Juan Bautista de la Pesquería Grande, don Gonzalo Fernández de Castro se despertó una mañana al oír “ruido de voces” de la gente de la encomienda al servicio de ellos. Se acercó para ver que sucedía y se asombró cuando vio a un indio “capitanejo” (seguramente porque era uno de sus líderes) que trataba de torcer la cabeza de una hija suya que no pasaba de siete años. Corrió para quitarla a la niña mientras le recriminaba su acción de dar muerte a su hija. El indio le respondió que había soñado que una gran roca se desprendía de la sierra y que los daños se podían aminorar sacrificándola. Don Gonzalo se llevó a la niña a la casa grande para protegerla. Al día siguiente, cuando ya todos estaban al pendiente de sus labores, escucharon “un gran estruendo” provocado por la caída de una gran roca que se desprendió de la serranía. Toda la región incluso supo del sueño profético del indio de la antigua Pesquería Grande.
La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística solicitó en 1845 al entonces gobernador de Nuevo León Manuel María de Llano, un informe de sismos y/o temblores ocurridos en la localidad. Entonces el gobernador se dedicó a buscar información entre los más antiguos y anotó lo siguiente: “Como los temblores que se han sentido han sido suaves y momentáneos no han producido otros efectos que el susto y sobrecogimiento que de suyo ocasionan". Hasta ese año se habían sentido cinco temblores: uno en 1799, otro en 1831, el tercero en 1833, el cuarto el 9 de Julio de 1838 y el quinto el 28 de abril de 1841. En su conclusión añadía: “estos movimientos han venido siempre de norte a sur y por lo común son presagios de estos sacudimientos, una especie de calma en las alturas y un aire tan caliente que parece enrarecido y agitado por el mismo fuego". Aseveró que todos los temblores fueron momentáneos, a excepción del último cuya duración fue de 42 segundos, aunque no causó daños ni mal alguno a los edificios. Respecto a las causas que han producido estos sacudimientos explica: "Se cree generalmente que sean las materias inflamables que probablemente contiene el asiento del Cerro del Topo, de cuya falda brota un ojo de agua termal bastante caliente, distante una legua de esta capital hacia el noreste". En cambio Santiago Roel dice que ocurrió uno en 1795 y consigna el último hasta entonces, muy leve ocurrido en 1911. Pero siempre señalan que los temblores ocurren en municipios situados al pie de la Sierra Madre como Santa Catarina, Villa de García, Montemorelos, Rayones y Galeana; afortunadamente sin consecuencias y daños por lamentar.
Se dice que el temblor ocurrido el 28 de abril de 1841 tuvo su epicentro tuvo lugar cerca de Saltillo y se extendió hasta Linares, Galeana y Rayones. Ya en la Sierra Madre, el movimiento de tierra fue acompañado y seguido de un ruido sordo “como de muchos carruajes que vienen a los lejos”, que pareció proceder de oriente y terminando en la Sierra Madre frente a Santa Catarina y Villa de García. Ahora, ¿estamos en una zona sísmica? Para los especialistas el noreste mexicano está fragmentado por tres fallas. La otra opción para algunos estudiosos, es que la Sierra Madre aun se está formando y eso crea los movimientos de tierra. Lo curioso es que tiembla después de fuertes lluvias. Desde el último tercio del siglo XIX, el templo de Santa Catarina sufrió un movimiento brusco que provocó una grieta en el muro oriente del mismo y que colapsó el 18 de julio de 1984. Sin precisar fechas, en Santa Catarina, San Pedro Garza García y Villa de García han ocurrido movimiento de tierra, apenas imperceptibles al ser humano debido a tantos ruidos y vibraciones a los que estamos expuestos en la zona metropolitana de Nuevo León.
Una vez un maestro de la UNAM me platicó que por los pliegues de forma vertical que caracterizan a nuestro cañón de Santa Catarina, es porque las montañas aun estaban en proceso de formación y que eso provocaba asentamientos y desprendimientos de roca y tierra de nuestras montañas, repletas de cañones y cimas en donde se pueden apreciar las rocas sedimentarias en las cuales se pueden estratos y edades que van de los yesos del Jurásico Superior hasta rocas estratificadas del Cretácico entre los 150 y 200 millones de años. Siempre se dijo que gracias a la Sierra Madre, no podían llegar los efectos destructivos de las tormentas tropicales y que Nuevo León no está dentro de la llamada Franja Trasversal Neo volcánica. Pero las inundaciones han ocurrido y después de ellas llegan los temblores.
Regularmente pensamos que solo la franja trasversal neo volcánica del territorio nacional está expuesta a temblores de tierra. Estos son provocados por el empuje de capas que chocan entre sí o por actividad interna de nuestro planeta Tierra. Lo cual señala que todo la tierra, está expuesta a movimientos, unos mayores y otros de menor intensidad, pero que al fin de cuentas, no nos deja exentos a los estados que comprenden el noreste mexicano. Y lo más probable es que los movimientos de tierra se deban a los asentamientos y procesos evolutivos de las montañas. La Sierra Madre Oriental tiene su origen con el hundimiento de una antigua placa llamada Farallón que existió en el periodo de 60 a 20 millones de años. Al chocar con la placa de Norteamérica, se dobló y generó una especie de rodilla a través del proceso de subducción. Y nuestros municipios están al pie de las montañas.
A través del proceso de subducción, la placa Farallón se posicionó debajo de la de Norteamérica formando la Sierra Madre Oriental. Existen varias partes de la Sierra Madre Oriental en la que se han encontrado fósiles de insectos marítimos, propios de una superficie que hace millones de años estuvo bajo el agua. La formación geológica de la Sierra Madre Oriental produce movimientos y sus efectos se han venido a sentir gracias a la energía que se produce en las rocas de la Sierra Madre Oriental, que al no ser soportadas por los peñascos de la sierra, que disipan la acumulación de energía a través de grietas y temblores. Por ejemplo a las 21:45 horas del 15 de noviembre de 1991 se registró un movimiento de dos o tres grados en la escala de Richter. El 20 de enero de 2010 tembló exactamente detrás de la “M”, a seis kilómetros del centro de San Pedro. Las montañas están sujetas a una vibración sísmica y también a la tensión ambiental. Son rocas sedimentarias que amplían el movimiento del suelo.
Hasta ahora se sentido temblores en magnitudes aún muy leves (entre 2.9 y 4.5 grados Richter) pero de acuerdo a especialistas de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la UANL, puedan registrarse terremotos de hasta 6.5 grados. Anteriormente ocurrían de tres a cuatro sismos por año. Ahora tan solo en un mes del presente año ocurrieron casi 60 temblores. Ciertamente Nuevo León está en una zona asísmica y estos movimientos son causados por el acomodamiento de las capas terrestres, donde no entran en juego las leyes de la isostasia ni el desplazamiento de placas tectónicas que se dan en las zonas sísmicas del país como las que ocurren en el centro y sur del territorio nacional.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de Santa Catarina