Se conoce como “el México Independiente” al periodo que abarca a la guerra insurgente entre 1810 y 1821 y desde la consumación de Independencia hasta la declaración de los Tratados de Guadalupe Hidalgo en 1848…
Se conoce como “el México Independiente” al periodo que abarca a la guerra insurgente entre 1810 y 1821 y desde la consumación de Independencia hasta la declaración de los Tratados de Guadalupe Hidalgo en 1848. Esta es la época de Hidalgo, Allende, Morelos y Guerrero (1810-1820); la época de Iturbide, Guadalupe Victoria, Manuel Gómez Pedraza y Manuel Mier y Terán (1820-1830); de Lucas Alamán, Valentín Gómez Farías, José María Luis Mora, Anastacio Bustamante (1830-1840) y la figura controvertida de Antonio López de Santa quien curiosamente participó en todos los procesos que integran el México Independiente.
Es una etapa del siglo XIX que corresponde al proyecto de nación que los criollos e insurgentes triunfantes establecieron a partir de la república de 1824 y con la cual pensaron que México quedaría como una de las potencias más importantes del orbe.
Y se tenía todo para lograrlo; en la nueva república se conjugaban muchos factores que hacían pensar que tendríamos un futuro promisorio: un territorio repleto de riquezas humanas, culturales, históricas y naturales. Pero algo pasó mal. Ese proyecto quedó trunco debido a la cruel y dolorosa derrota que el gobierno de los Estados Unidos infringió a nuestra nación. Y esa derrota nos dejó una cicatriz, representada en el Río Bravo, una herida que de acuerdo a Carlos Fuentes aun no termina de sanar.
Es cuando el águila calva norteamericana venció al águila real azteca. Muchos pensaron que esa derrota se debía a la fatalidad, a las guerras fraticidas y a las profecías de fray Servando Teresa de Mier que nos echó la mala suerte. Un periodo en donde no se alcanzó la concordia ni la estabilidad política. Ni en el imperio de Iturbide ni la república federal de 1824, que tampoco lograron realizar las reformas de Gómez Farías y el Padre Mora en 1833 ni la república central con sus intenciones ordenadoras y correctivas; pues no se alcanzó la paz interior. El desarrollo, prometido quedó trunco y el territorio nacional fue escenario de una continua guerra civil y de la amenazante presencia de los Estados Unidos hacia la soberanía nacional, primero en el asunto de Texas y luego con la guerra e invasión norteamericana.
El México Independiente es una época dividida por posturas maniqueas, testigo de pugnas entre insurgentes contra realistas y criollos contra peninsulares. Como se advierte, esta es una época marcada por la bipolaridad, ya sea política o social: los novohispanos contra los europeos; los criollos contra peninsulares; los partidarios de las revoluciones norteamericana y francesa en contra de los partidarios de la Corona Española; los que apoyaban a las cortes de Cádiz contra los partidarios de Fernando VII, los partidarios de la república contra los partidarios del absolutismo, la pugna entre grupos de masones escoceses proeuropeos contra los yorkinos partidarios de los Estados Unidos, los seguidores de la república federal en contra de la república centralista, los partidarios de la reforma en contra de las tradiciones feudales.
Los defensores del mestizaje contra las raíces étnicas, lo laico frente a lo monárquico, lo liberal contra lo católico, los defensores de lo anglosajón contra los europeos, los amantes de la unidad latinoamericana contra aquellos que pugnaban por romper con ese pasado repleto de colonización, indios y de la iglesia.
Y a río revuelto, Antonio López de Santa Anna capitalizó las posturas y las aprovechó para situarse como el hombre fuerte del llamado México Independiente. Y que luego su poder se opacó cuando entró a escena el Lic. Benito Juárez.
Existen posturas que de una u otra forma enlazan al México Independiente con el México de Benito Juárez, en el que prevalece el modelo de estado nación de los mestizos. En esa etapa del siglo XIX, no cesaron nuestras sangrientas luchas intestinas y nuestro mapa territorial fue mutilado cuatro veces. Nuestros gobernantes llevaron a México a enfrentarse en cinco guerras con potencias extranjeras y nuestro territorio sufrió frecuentes invasiones. Al menos seis constituciones nos rigieron en ese lapso. Se registran 66 cambios presidenciales que duraban en promedio 10 meses cada uno.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina