Asesinato del Diputado Profr. Antonio Solís, 2 de marzo de 1925

Legado Histórico Sabinense

En el Estado, se vivieron inquietudes y problemas políticos propios de la época, en tanto se definían los rumbos del sistema político que estaba emergiendo y las naturales luchas entre las diversas corrientes y grupos revolucionarios que diputaban el poder en todas las instancias municipales, estatales o federales.

Es preciso recordar que todavía faltaban cuatro años para que Calles, con su visión de estadista, promoviera la fundación de un Partido que aglutinara a las fuerzas revolucionarias de cada región o fracción.

En Nuevo León, actuaban las corrientes obregonista, callista y las que representaban personalidades de la política local como Aarón Sáenz y otros.

Esta lucha que se daba en el país se expresaba en todos los niveles del poder: gubernatura, congresos, locales, municipios, senadurías, etc. Víctima de tales situaciones conflictivas a mediados de 1925, el Gral. Porfirio G. González, tuvo que dejar la gubernatura ante las presiones que contra él se ejercían. El Congreso lo desaforó y destituyó bajo diversas acusaciones. Uno de los problemas que incidieron en aquellos acontecimientos que vivía Nuevo León, fue el relacionado con el asesinato del diputado sabinense profesor Antonio Solís, ya que, tan lamentable suceso creó una imagen local y nacional de inestabilidad y violencia en el gobierno del Gral. González.

En el clima conflictivo que dominaba la sociedad el asesinato del diputado Solís, creó el rumor de que el Gobernador estaba implicado en el responsabilidad del crimen, pues era conocida la militancia opositora del sabinense y la permanente actitud de crítica y denuncia con que actuaba en el seno del Congreso contra el primer mandatario estatal.

El profesor Antonio Solís, tenia 31 años de edad y ya había sido presidente municipal, habiendo también  participado como candidato a diputado federal y se pensaba que el triunfo había sido suyo, sin embargo, no ocupó la curul disputada.

Inquieto político, militante activo, sus intervenciones críticas y de oposición en el Congreso, son las características fundamentales de su actuación.

Sabinas Hidalgo, lo tiene como uno de sus hijos más distinguidos y cada aniversario de su muerte se le honra en su tumba. Una escuela secundaria lleva su nombre.

Su artero asesinato conmovió a su pueblo natal, el Estado y tuvo repercusiones nacionales. Así lo atestigua la prensa del momento, de ahí documentamos el relato:

“De un certero balazo cayó muerto en el embanquetado del Hotel Bridge, el diputado profesor don Antonio Solís”. Viejas rencillas y animosidades engendradas por las contiendas políticas había enemistado el representante sabinense con José María Galán, exjefe de la Política de aquella villa y encontrarse ayer uno frente a otro empujados por la fatalidad, hicieron irrupción aquellos odios deshaciéndose en tragedia.

“El C. Gobernador del Estado mostró profunda pena por lo ocurrido, pero está satisfecho de que el autor de este crimen caído ayer mismo en manos de la justicia”.

“El cadáver del infortunado representante popular recibirá los honores correspondientes a su elevada investidura instalándose la capilla ardiente en el salón de sesiones del Congreso del Estado, donde permanecerá expuesto hasta las 19 horas de hoy en que será llevado el cadáver a la Estación para conducirlo a Sabinas Hidalgo”1.

De esta forma tan explícita y expresiva informaba “El Porvenir” del 3 de marzo de 1925, del asesinato del profesor y diputado sabinense Antonio Solís víctima de la agresión de José María Galán, frente al Hotel Bridge, situado por la vieja avenida Colón, casi cruz con Pino Suárez.

La noticia de la tragedia corrió como reguero de pólvora, ya que la personalidad del asesinado y su investidura política le daban notoriedad en el Estado. En medio de una gran inestabilidad sucedían con mucha frecuencia y las páginas de los periódicos de entonces así nos lo muestran.

El profesor y diputado Solís, ocupaba en el Hotel Bridge, el cuarto número 24 y el día 2 de marzo a las 14:50 horas salió a la calle, para encaminarse al oriente por la avenida Colón, cuando se encontró a unos pocos metros de distancia a José María Galán, se cruzaron algunas palabras agresivas, se escuchó un disparo y Solís cayó atravesado de flanco por la bala fatal.

“Me muero, me muero”, exclamaba el herido mientras lo levantaban entre un peluquero vecino del hotel y el comandante de Policía de Villa de García, que se encontraba de casualidad en el sitio, lo llevaron adentro y lo depositaron en una cama.

El comandante llamó a los doctores Barocio y González Peña, quienes con el boticario Manuel González, le practicaron algunas curaciones que lograron conservarle la vida al herido, por media hora.

A los pocos momentos se presentaron varios diputados: Arreola, Marcelino Hinojosa, Chapa González, Dr. Nicandro L. Tamez y el Inspector Gral. De Policía el coronel Bonifacio Salinas Leal y otras personas.

El licenciado Policarpo Morales, juez segundo del Ramo Penal, acompañado del es, procuró que el herido hiciera alguna declaración. La palidez que lo invadía era extrema y la voz se escuchaba con gran debilidad. Sin embargo logró informar al juez que lo había herido José María Galán.”… Al que había encontrado en la puerta del depósito “La América” agregando que aunque estaba armado no pudo hacer uso de la pistola debido a lo repentino del ataque y que después de que hirieron, entre varias personas que no conocía, se la quitaron asegurando que ninguna dificultad había existido anteriormente entre él y Galán…”.

Después de lo anterior entró en estado agónico y falleció a las 15:20 horas.

El victimario Galán, fue descrito por el periodista anónimo de “El Porvenir”, en los siguientes términos: “… es un individuo de complexión robusta”.

Se agrega que el 23 de enero pasado, siendo Comandante de la Policía en Sabinas Hidalgo, sostuvo un pleito con otros policías en una cantina del lugar, habiendo resultado con varias heridas de ahí porque se encontraba en Monterrey curándose; Galán, después de recuperarse, se quedó en la ciudad en espera de que el Gobierno le diera alguna ocupación.

Al momento del incidente con el diputado Solís, Galán se hallaba ebrio, pues su presencia en el Depósito “La América” obedecía a que le proporcionaran cerveza fría, ya que no traía dinero.

Los tres amigos habían estado tomando en una cantina del centro en Zaragoza y 15 de Mayo y luego se trasladaron al lugar de la tragedia en busca de más cerveza y mientras sus dos amigos negociaban, Galán, salió a la puerta y viendo al poniente encontró la figura de Solís que, a su vez, se encontraba parando en la puerta del Hotel. Según contó el mismo Galán, al verse frente a frente, Solís le gritó:

–“¡Aquí estás!…” –agregando una maldición de nuestra tierra, cosa que le extraño, pues hacia tiempo que no se trataban debido a dificultades políticas que ya habían tenido en el pueblo. Agrega Galán, que el Diputado desenfundo su arma y le hizo un disparo que no lo tocó, por lo cual pudo él contestar disparándole un balazo que le provocaría la muerte.

Galán se aproximó al herido y le agarró de la ropa diciéndole:

–“¡Te mueres de una vez…!” –y le apuntaba con su arma para evitar otro ataque.

Solís, herido de muerte le dijo:

–“¡Me diste en la mera vida…!” –completando con otra blasfemia.

Entre las cosas que la víctima aseguro con voz entrecortada, estuvo que ellos nunca habían tenido dificultades en el pasado, pero Galán, sostuvo lo contrario, acusándolo del ataque que había sufrido el día 23 de enero.

Luego de que Solís cayó y quedo boca arriba, Galán, con un policía, acudió a la inspección de Policía número 1, ubicada por la calle Jiménez y se entregó al Cap. Moreno, oficial de guardia, entregándole su arma y asegurando que sólo había quemado un cartucho. Más tarde fue trasladado a la Penitenciaría del Estado, internándosele en una crujía ordinaria.

Cuando Galán, fue informado del fallecimiento de su víctima, se oyó exclamar:

–“Dios lo haya perdonado”– y continuó platicando, enseguida posó para el fotógrafo que le tomo la placa del retrato que apareció en el periódico.

El cadáver fue trasladado al Hospital González, para la autopsia y como los trámites se tardaron hasta pasadas las 8 de la noche, fue conducido a la casa que habitaba en la calle Galeana No. 132, donde hubo las escenas dolorosas de sus familiares y amigos.

El juez procedió a levantar el acta respectiva y recogió de manos del diputado Arreola, los documentos que portaba el extinto, el sombrero azul gris, el chaleco y saco manchados de sangre, la funda de la pistola en un cinturón sin cartuchera, cinco cartuchos que traía en el saco y otros objetos.

El juez también dio fe, de un impacto de bala en la puerta del hotel a una altura de dos metros y luego tomó los nombres de los testigos: el peluquero, el carpintero, el capitán Sepúlveda, Baudelio Salazar y un carrero que descargaba materiales de construcción frente al lugar, por último, clausuró el cuarto que ocupaba el victimario, llevándose la llave y dispuso que el cadáver fuera enviado al Hospital González, para que se le practicara la autopsia. El diputado Arreola, fue a una escuela cercana por un hermano del asesinado.

“… Teniendo lugar las escenas conmovedoras que producen los casos de esta naturaleza”.

Unas hermanas, estudiantes en la Normal, también fueron avisadas.

Según la información que nos sirve de base para este relato, las últimas palabras del diputado Solís, fueron para pedir al diputado Arreola, protección para ellas, ya que él era quien las sostenía desde que habían quedado huérfanos.

El cadáver fue trasladado, a las 4 de la tarde al Hospital González y luego al Palacio de Gobierno, donde se instaló la capilla ardiente, para que se le tributaran los honores correspondientes.

A las 5 de la tarde, celebró sesión extraordinaria la Comisión Permanente del Congreso, bajo la presidencia del diputado Hinojosa, el motivo fue dar a conocer la “trágica muerte del diputado y profesor Antonio Solís, acaecida breves momentos antes” y tomar medidas para los honores que deberían rendírsele de acuerdo a su cargo, igualmente decidir la ayuda que debería darse a los familiares, nombrar las comisiones respectivas, disponer la impresión de una esquela alusiva y ordenar las ofrendas florales del caso. Se aclaró que todos los gastos serían por parte del Gobierno del Estado.

Las proposiciones y tareas que presentó Hinojosa, fueron  aprobadas, levantándose la sesión rápidamente.

El cadáver del político sabinense, después de ser velado en la capilla ardiente del Palacio de Gobierno, fue trasladado a la Estación de Ferrocarril, donde fue conducido a Villaldama, recibiendo honores en este lugar y finalmente llegó a su tierra natal Sabinas Hidalgo, donde ya se habían organizado los homenajes correspondientes.

De Monterrey, acudieron representantes del Congreso, del magisterio y de los estudiantes normalistas. Las escuelas de pueblo suspendieron sus labores el comercio cerró sus puertas y todos los sectores sociales manifestaron su duelo.

El Partido Constitucionalista hizo circular esquelas, invitando a los funerales solemnes. El día 4, después de permanecer en la casa de la familia, se trasladó el cuerpo yacente a la capilla ardiente en el Palacio Municipal. La comitiva era numerosa, un grupo de señoritas encabezaba el cortejo funeral por las calles Juárez y Porfirio Díaz. De los ranchos vecinos infinidad de personas y comisiones de Monterrey, Villaldama y otros lugares cercanos.

La plaza Hidalgo, se hallaba pletórica de sabinenses dolientes y pesarosos, sin poder asimilar la magnitud de la tragedia que los envolvía. El ataúd fue cubierto por numerosas ofrendas florales, que llevaron los incontables familiares que acudieron a velar el cadáver del infortunado político.

A las 9 horas fue llevado a la Parroquia, cuyos arreglos habían sido ejecutados por varias damas del pueblo y se ofreció la misa de cuerpo presente.

Rumbo al panteón, acompañó el cadáver una numerosísima comitiva, encabezado los representantes del Congreso, los maestros de la capital, el Ayuntamiento, los familiares y el pueblo.

Las campanas de la iglesia doblaron tristemente, cuando el féretro fue depositado en la carroza que dirigían Fernando Viejo y Manuel Ancira; listones tricolores y blancos pendían del carruaje mortuorio sostenidos por manos femeninas hasta su destino final.

La bandera del Partido Constitucionalista Sabinense iba atrás de la carroza.

La comitiva fúnebre compuesta por hombres y mujeres, comprendía más de tres cuadras; los alumnos de las escuelas acompañaban dolientes y los mismo, hicieron todos los carros y coches de sitio.

El acto final, al ser bajado a la tumba, hicieron uso de la palabra la señora Julia M. Flores Vda. De Garza, señorita Deyanira Chapa, diputado Edmundo Martínez, Pedro Maldonado, Jesús Treviño, Eugenio Solís y otros más.

Los funerales revistieron una grandeza y solemnidad especial que aún se recuerda en su pueblo natal. Su personalidad y su tragedia así lo ameritaban.

1. El Porvenir, 3 de marzo de 1925.