Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño Villarreal

Sabinerías

Sabinerías

Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño VillarrealUn gran hombre

Se cuenta que llegó un estudiante a una de las grandes bibliotecas de los Estados Unidos de América, con el propósito de realizar una investigación donde se resaltara la figura de los veinte hombres catalogados como los más célebres del mundo.

Se dirigió a la computadora y al estar escudriñando en ese maravilloso mundo de información, le llamó la atención una ficha cuyo encabezado decía: Apellidos: no se conocen.

Movido por la curiosidad, continuó leyendo: Lugar de nacimiento: una aldea de mil habitantes. Residencia: la mayor parte de su vida la pasó en un pobre y olvidado pueblo cuyos habitantes eran rudos campesinos, toscos e ignorantes.

Oficios que desempeñó: hasta los quince años más o menos, ayudó en su casa en los oficios domésticos, acarreó la leña, llevó el agua y pastoreó animales; de los quince en adelante trabajó en un taller y desde los treinta años se dedicó a la enseñanza de la gente pobre, de pueblo en pueblo.

Cargos que desempeñaron sus padres: el "papá" gastó toda su vida trabajando en un humilde taller; la mamá se dedicó a lavar, coser, cocinar, barrer y ayudar espiritual y materialmente a los vecinos pobres.

Éxitos en su labor: la mayor parte de la gente creyó que era un iluso y fue contra él; en el plano económico no logró nada, pues terminó su vida en la más absoluta pobreza. Lo calumniaron y le inventaron toda clase de chismes que lo desprestigiaron ante la gente.

Muerte: murió asesinado y abandonado por todos; su familia no tuvo ni siquiera con que comprarle un lote en un panteón y le consiguieron un sepulcro de limosna.

El estudiante universitario al leer aquella ficha, exclamó indignado: pero este es un pobre hombre como cualquier otro de los miserables y desdichados de este mundo, ¿para qué ponen a un individuo de éstos en la lista de los hombres más famosos del mundo?

Al continuar la lectura vio una nota que decía: Siga más adelante y entonces apareció el nombre de dicha persona: JESUCRISTO, Hijo de Dios, salvador del mundo. El muchacho se quedó admirado y exclamó: tiene razón, Jesús fue el más humilde de todos los hombres, el más pobre y despreciado y hoy no hay otro ser más famoso, ni más rico, ni más amado que Jesús.

La anterior es una versión modificada de un texto que está en un viejo libro sin pastas y sin las primeras páginas, que conservo con cariño, por traer este mensaje tan interesante sobre la vida del hombre, cuya influencia abarca ya más de dos mil años en el mundo occidental.

Estas palabras las recuerdo, sobre todo, cuando se aproximan la Semana Santa, la Navidad y el Año Nuevo, donde todo mundo piensa en la diversión, la fiesta y la recreación y se olvidan de elevar una oración, no importa de que religión seas o si no la tienes, sin embargo, hay que recordar que hubo personas como Jesús que dieron su vida por redimir a la humanidad.