
La vida cotidiana en el pueblo transcurría normalmente, la paz y el orden eran violentados en forma esporádica, a raíz de la amenaza aborigen, asaltos efectuados por bandoleros e informaciones sobre los sucesos independentistas.
Sin embargo, problemas menores de orden común y noticias escandalosas, como rapto de mujeres y pleitos pasionales, eran motivo de verdadera indignación, sobre todo en los diferentes corrillos, conformados principalmente por grupos de personas que para matar el tiempo se dedicaban a “meter tijera” a todo mundo, desde el cura hasta las autoridades, pasando por la hija de la vecina, el loco y el vagabundo.
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