Para el historiador y crítico cinematográfico Jorge Ayala Blanco, la cinta “Los Hermanos del Hierro” es la película más completa del cine mexicano y de acuerdo a encuestas, propiamente está entre las mejores diez películas mexicanas.
Esta comienza con una voz en off de Arturo de Córdova: “Cinematográfica Filmex presenta una historia antigua que ocurrió en las llanuras del norte de México, cuando la paz era buscada a través de la violencia y la justicia tenía formas de rencor”. Basada en un guión de Ricardo Garibay, producida por Gregorio Walersteins y dirigida por Ismael Rodríguez quien logró reunir a un elenco considerado en ese tiempo como el mejor: con Emilio “El Indio” Fernández, Eduardo Noriega, José Elías Moreno, David Silva, Pancho Córdova, Eleazar García “Chelelo”, Tito Novaro, José Chávez Trowe, Ignacio López Tarso, Víctor Manuel Mendoza, Pedro Armendáriz y Amanda de Llano entre otros personajes de reparto.
Todos ellos alternan con los actores principales como Antonio Aguilar en el papel de Reynaldo del Hierro, Julio Alemán como Martín del Hierro, Columba Domínguez como la madre vengativa y rencorosa, David Silva como Manuel Cárdenas y Patricia Conde como Jacinta Cárdenas. La trama comienza cuando Emilio Fernández, en el papel de Pascual Velasco mata en una emboscada a Reynaldo del Hierro encarnado por Eduardo Noriega. Los niños quedan traumados por el asesinato tan vil cometido al padre adoptivo de uno de ellos y padre natural del otro. Mientras el cadáver estaba siendo velado en la cama, la viuda decide inculcar en sus hijos el deseo de venganza. Entonces contrata a Ignacio López Tarso, un pistolero errante quien hace aprender a los niños del Hierro el uso de las armas. Pasan 15 años y encuentran a Pascual Velasco en el Realito; ahí Martín cobra la muerte de su padre asesinando a Pascual. Este acto es el principio de una serie de muertes y hechos violentos alrededor de los hermanos del Hierro que viven en la frontera tamaulipeca en la década de 1920.
Por la ejecución los hermanos son llevados a la cárcel. Es cuando aparece Pedro Armendáriz como el general Pérez Trujano, para contratar a Martín y dar muerte a un contrabandista de nombre Fidencio Cruz al tratar de cruzar el río Bravo. Y si no quieren hacerlo les advierte: los manda al juzgado de Reynosa o los mata en caliente. En una breve aparición Víctor Manuel Mendoza cuando cruza el río Bravo le grita en forma apremiante a su verdugo sabiendo de su muerte: “Aquí está Fidencio Cruz, vengan por mí hijos del…”.
Perseguidos por pistoleros, militares y la justicia misma, los hermanos del Hierro vagan de rancho en rancho. Martín cuando pierde los estribos recuerda la canción que iban cantando con su padre, “Dos palomas a volar” de Jesús Gaitán. En un duelo de vencidas mata a David Silva y José Elías Moreno los ayuda a escapar. Martín va ocultarse a un lupanar con Amanda de Llano, quien confunde la locura de Martín con una maldición. Por fin llegan al rancho de Manuel Cárdenas (David Reynoso) un ganadero con una hermana menor de nombre Jacinta, de quien Reynaldo ya estaba enamorado una vez que la vio en un baile. Pero ella se va con Martín porque finalmente fue quien le habló. Ismael Rodríguez y Ricardo Garibay apuestan por la realización de un western sicológico en el que conviven sin problemas, la venganza, el odio, la relación fraternal que suple la ausencia paterna, los complejos de Edipo tanto de Reynaldo como de Martín y sus temores infantiles convertidos en instintos asesinos cada vez que lo hacen enojar y escucha la tonadita: “dos palomas al volar dejaron su palomar”.
Hay canciones y polkas norestenses: Dos palomas al volar, Ciudad Victoria, Amor de Madre, Flor de Dalia, Indita Mía y El Sube y Baja de Felipe Valdés Leal. Mientras bailaban se ve la carne seca tendida. Con aspectos misteriosos como el cadáver tendido en la cama aun sudado como si estuviera bajo el intenso sol. Los ventarrones, los ventanales y puertas que se abren y cierran en forma violenta, el ganado como forma de subsistencia, palabras como fantoche, afrentoso, güerco. “state sociega”, no me dilates.
En una escena el pistolero Ignacio López Tarso le recrimina a la viuda la urgencia de preparar a los niños para cobrar una afrenta. Pone a Dios como intermediario y Columba Domínguez le grita: “Tú que sabes de Dios en éstas tierras”. Este diálogo nos recuerda a un hecho verídico ocurrido en el mes de enero de 1870, cuando José Viviano García de Ciudad Guerrero, Tamaulipas, acompañado por sus hijos Ildefonso, Antonio, Mateo y Alejo y varios peones, salieron rumbo a San Luis Potosí llevando una regular cantidad de reses para su venta. Se hicieron de unos 3 mil pesos que cambiaron en oro. Previniendo un robo, le pidieron a los peones que salieran primero por seguridad y luego ellos dejaron la ciudad, sin saber que la misma casa comercial en donde hizo el cambio de moneda, había advertido de la operación a una gavilla de ladrones. A una jornada de San Luis Potosí, en el rancho “La Estanzuela” fueron atacados por una veintena de malhechores. Los hijos murieron y don José Viviano resultó seriamente herido.
A muchos kilómetros de distancia, la esposa y madre, Susana Peña presintiendo lo peor salió al patio pidiendo por la vida de sus hijos y de su esposo. En ese se oyó una voz que la avisaba: “cuenta los pájaros que veas pasar y los que sumen, esos son los muertos”. Y así lo hizo, contó cuatro avecillas para luego caer desmayada. Con el correr del tiempo, llegó a Guerrero José Viviano, ya más cansado y herido por la muerte de sus hijos. Desde entonces cada vez que podía, Susana gritaba: “No hay Dios, yo una vez en vida le pedí auxilio, como creo que nadie se lo haya pedido jamás y por respuesta tuve la más absoluta indiferencia, por lo que creo que no puede haber tal Dios”.
Hay anécdotas muy interesantes respecto a la película: Ricardo Garibay no quería a Julio Alemán, pues el idóneo para el papel a quien ya tenían contratado era Gastón Santos. Finalmente no aceptó y Julio Alemán buscó afanosamente ser considerado para actuar en la película. A Garibay tampoco le gustó como quedó la película en donde también contrataron a Patricia Conde. O también cuando no les gustó la edad real que Antonio Aguilar contaba el año cuando se hizo el filme. Personalmente a mi me gustó y considero que es una de las mejores películas mexicanas en la historia.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina