Si pudiésemos volver el tiempo atrás, si pudiéramos corregir todos los errores del ayer, si volviésemos a vivir y volver a estar con aquellos que hoy ya no están y que en otrora tiempo nos brindaron paz y sabiduría.
Recordar hoy los juegos infantiles en las esquinas de las calles del ayer, angostas y tenuemente iluminadas, no conocíamos el chapopote, no había calles pavimentadas, desconocíamos lo que eran los arbotantes, los vehículos de motor pasaban de cuando en vez por aquellos terrenos que eran nuestros, al caer el sol, la intersección de aquellas calles era nuestra, allí estaban nuestros amigos de siempre, con los pantalones de pechera y nuestros pies descalzos con los dedos gordos muchas veces sangrantes.
Hasta nosotros llegaba el aroma a retama, aquella enorme retama del barrio con sus flores color de sol.
Si pudiésemos regresar las hojas de muchos calendarios, estarían allí todos aquellos momentos de la vida, aquellas pequeñas historias vividas como un sueño.
Qué gran cosa sería volver a esa etapa de la vida, donde poco teníamos pero era mucha la felicidad.
Hoy han venido a nuestra mente aquellas serenas calles de nuestra niñez, aquellas calles llenas a veces de tristeza y soledad; y en muchas otras repletas de alegría y con un estrellado firmamento.
Ha pasado el tiempo y recordando a alguien sólo me resta decir: “En las noches más oscuras las estrellas aparecen siempre más brillantes”.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.
Garza Inocencio
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo