Se quien lo hizo, pero no te voy a dar su nombre; no te voy a dar su nombre, pero te diré lo que hizo.
Llegó el circo y muchos “chiquillos” se quedaban con las ganas de ir a ver a los animales, a los trapecistas, a los malabaristas, a los payasos, deseaban saber qué ocurría dentro de aquellas gigantescas carpas.
Su vista solo alcanzaba a ver los refrescos en vasos desechables, las repletas cajas de “palomitas”, los multicolores algodones de azúcar, a los niños que salían con las fotos junto al payaso.
Y nadie, absolutamente nadie reparaba en su presencia, eran de ropa sencilla y de corazón limpio, ellos eran un grupo de niños.
Se nos había olvidado que algún día fuimos niños, se nos ha olvidado que un día nos faltaron muchas cosas; pero aquel hombre en el último día de función del circo en el pueblo, mandó comprar boletos y los repartió a los niños.
Se quién lo hizo, pero no te voy a dar su nombre. Él me dijo: Que tu diestra no sepa lo que hace tu siniestra.
Y el circo se fue y el espacio está disponible para la próxima feria.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.
