Lo recuerdo como si fuese hoy, si aquel viernes por la mañana en que tu madre llamó por teléfono y dijo que te encontrabas en el hospital.
Tu abuela y yo nos intranquilizamos, ella mucho más que yo; y con lágrimas corriendo por sus mejillas me dijo: ¿Quisiera volar! y estar allá con mi nieta. Tenemos muchos nietos, pero cada uno tiene algo de especial, tanto para sus padres como para nosotros. Fue largo el trayecto, fueron más de diecisiete horas de camino, todas y cada una de las cuales marcaban un tiempo y espacio.
Globos, flores y monos de peluche se nos habían adelantado, allí estaban en tu cama de hospital como mudos testigos que con su presencia suave y multicolor hacían más pasajera tu enfermedad.
Los cuidados de tus padres, la atención hospitalaria, el apoyo de tus hermanas y por supuesto las atenciones de tu abuela o mi "Grand Ma" como tú le llamas, surtieron su efecto, junto a los medicamentos de aquel joven doctor de origen mexicano.
Hoy tu "Grand Ma" está serena y su rostro esboza de nuevo una sonrisa, han desaparecido de su frente las arrugas de la preocupación, le da mucho gusto verte como subes la escalera a tu recámara, cuando antes todo movimiento te causaba dolor. Pronto ella y yo regresaremos a lo cotidiano y tú continuarás tu camino, la universidad te espera.
Pero así está el mundo y éstas son "Nuestras Cosas".
Hasta la próxima.