En una ocasión un hombre encontró una vieja lámpara que se encontraba en un deteriorado armario de su vivienda y al frotarla escuchó una voz que decía: “A partir de hoy seré tu esclavo, pídeme lo que desees”. Y aquel hombre le solicitó a esa fuerza sobrenatural que lo transportara al futuro para saber lo que le esperaba y lo que próximamente viviría la humanidad.
Y encontró un mundo completamente distinto al que estaba acostumbrado, un mundo diferente al que conocieron sus padres y sus abuelos, un mundo lleno de cambios en los procesos de producción y de consumo, un mundo con muchos avances científicos y tecnológicos, un mundo que lo sorprendió de las transformaciones que se operaban en las relaciones humanas, en la familia, en la comunidad, en la política, en la economía.
Observó a los medios de comunicación masivos bombardear con reportes e imágenes, acontecimientos que nos molestan, que nos enojan, que nos aterrorizan, que nos sorprenden, y que nos hacen reflexionar: la guerra, la discriminación, la contaminación ambiental, el sida, la injusticia, la inflación, el desempleo, la inseguridad y el hambre.
Antes este panorama tan “halagador” nuestro visitante quiso volver al presente y al encontrarse aquí, le ser de la lámpara le dijo: “¿Mi amo, es prometedor el futuro?” Los labios de aquel hombre permanecieron cerrados, solo su mente se abrió al infinito con esta idea: El hoy, mañana será ayer.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.